Vi las protestas de Estados Unidos, pero bajo la impresión de que acabamos de tener una elección. "¿Por qué esas personas no votaron?", sostuvo Trump en su cuenta personal de Twitter. Lo escribió cuando conoció la gran "movilización de las mujeres" que se estaba celebrando mientras él tomaba posesión como presidente electo. Y la verdad es que votaron, claro que votaron, tanto que Clinton le sacó un millón y medio de votos de ventaja a Trump.

Clinton, Trump y los desapercibidos candidatos independientes compitieron para ganar el voto popular, pero EE UU es el único país del mundo con sistema de sufragio indirecto donde la elección del presidente se decide con los votos del Colegio Electoral, un sistema con 229 años de historia.

Los ciudadanos no eligen directamente al candidato, sino que con su voto delegan esa función en los 538 compromisarios o electores -nominados por los partidos políticos- que, en su nombre, votarán en los 50 estados del país y el Distrito de Columbia. Es decir, cuando el ciudadano de un estado deposita su papeleta con el voto a un candidato presidencial está pidiendo que los compromisarios de su estado voten por su aspirante. Este número de compromisarios es equivalente a los congresistas de la Cámara de Representantes (435), más los legisladores del Senado (100), más los tres delegados que aporta el distrito de Columbia.

En resumen la ciudadanía no quería a Trump de presidente pero el sistema electoral le ha otorgado la presidencia del país más importante, de este comercializado y globalizado mundo, a un personaje con un discurso y, lo que es peor, con un pensamiento xenófobo, misógino, ausente de rigor y faltón.

Esto no es lo único preocupante, también asusta la reunión que se ha producido, en Europa, con los líderes de los grandes partidos europeos de ultraderecha, en la ciudad alemana de Coblenza. El objetivo era unir músculo ante las elecciones que este año se celebran en Holanda, Francia y Alemania y que, según la líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, una de las invitadas estrellas del encuentro, supondrán "el despertar de los pueblos de Europa central, una nueva era".

Las mujeres, una vez más, han salido a la calle para defender causas globales con plena consciencia de que nos esperan tiempos duros. Espero que el músculo de la izquierda esté preparado y deje las distracciones endogámicas de una vez. La extrema derecha tiene los cordones atados hace tiempo y ya está en carrera.

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