TODAS las generaciones de cordobeses -aquí el término absoluto es una realidad- conservan en el rincón más amable de su memoria un recuerdo de infancia relacionado con los patos. Para muchos, sería el encuentro más directo con una fauna cordial que no tiene mucha diferencia con la imagen que ofrecen hasta la saciedad los dibujos animados. El universo de los jardines de la Agricultura recupera el elemento fundamental que le da su nombre popular, aunque en el camino hayan quedado otras piezas esenciales que también han formado parte del mismo, como el jardinero Aniceto o la arropiera Juana, ambos caídos en este lugar mientras desempeñaban su cometido. Ellos siguen en el recuerdo de todos y ahora se completa todo con los patos, libres de cualquier sospecha de enfermedad, listos para seguir formando parte de los recuerdos de los niños que son y que serán.