¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Vox se dispara

Es muy posible que Sánchez soñase con el auge de Vox para debilitar al PP. Si es así, lo ha conseguido: 52 escaños

No hay ninguna duda, el ganador de las elecciones de ayer fue Vox, un partido que antes del 2 de diciembre de 2018, fecha de las últimas autonómicas andaluzas, no era apenas nada y que ayer se convirtió en al tercera fuerza política de España. Por su parte, a Pedro Sánchez, pese a ser el candidato más votado, se le acabó definitivamente la baraka y ve cómo su decisión de repetir las elecciones ha sido un inmenso error.

No hay que ser un lince para saber qué es lo que ha llevado a Vox -formación satanizada por una buena parte de los medios de comunicación y ninguneada por el gurú demoscópico Tezanos- a su actual posición de fortaleza: Cataluña y la memoria histórica. Vox es un partido con una ideología confusa e, incluso, contradictoria en muchos asuntos. Su defensa de la Constitución o de las raíces cristianas de Europa, por ejemplo, chocan con su desprecio por las autonomías o su postura no muy caritativa hacia los MENA. El partido de Abascal intenta hacer una especie de síntesis entre el tradicionalismo castizo de raíz netamente hispánica y la nueva internacional derechista de los Bannon y compañeros mártires. Y, claro, la cosa a veces chirría. Sin embargo, pese a esta inmadurez ideológica, hay dos cuestiones en las que Vox ha sido meridianamente clara. La primera es su defensa a capa y espada de la fórmula unitaria de la nación española (el clásico España una y no cincuenta y una). Una parte importante la sociedad española -ojo, y especialmente los más jóvenes- están hartos del ninguneo al que ha sido sometido un país cuyo nombre, incluso, no se puede nombrar en algunos círculos. Es el nacionalismo español, el mismo que permitió en el XIX la construcción de un Estado que aún disfrutamos o padecemos (que cada uno elija). La reacción anticatalana no es más que la espuma del malestar profundo de unas generaciones a las que se les quiso prohibir la patria. La segunda cuestión es, como decíamos, la llamada memoria histórica, una operación de muy hondo calado que quiere dinamitar el abrazo del 78 para contarnos una historia de buenos y malos, que pretende que media España escupa sobre el sepulcro de sus abuelos. La exhumación de los restos Franco ha sido rentable electoralmente, pero no para el PSOE, sino para Vox.

Es muy posible que Sánchez soñase con un auge de Vox que debilitase al PP. Si así es, lo ha conseguido: 52 escaños. Lo peor será poner a partir de hoy la radio y escuchar las jeremiadas de los tertulianos de guardia. Incluso alguno es capaz de decretar la "alarma antifascista".

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