Mensaje en la botella

Volver a ser nosotros

Los alcaldes y alcaldesas lo están intentando con decisiones, a veces, dolorosas

Las calles de Córdoba deberían de ser hoy un hervidero de gente. Es Domingo de Ramos y resulta extraño que ese inicio no oficial de la primavera que es la Semana Santa no se pueda vivir como sabemos hacerlo en esta tierra. Seguramente, cuando el año que viene haya pasado todo, valoraremos aún más este día y la felicidad contenida de esos niños ilusionados con la procesión de la Borriquita, que es la que da paso a un tiempo especial, que cada uno vive a su manera, pero que nos llega al corazón.

Pero mientras tanto, nuestra única arma es la paciencia. Tenemos que esperar, seguir con nuestra rutina diaria y empezar a pensar en qué Córdoba queremos cuando todo acabe. Debemos ser conscientes que la provincia que encontraremos será muy distinta a la que dejamos antes del confinamiento. Lo primero, asumir el dolor. Las cifras de contagiados y fallecidos serán terribles, un golpe durísimo para esta tierra.

Lo segundo, confianza y unión. Si hay algo que ha quedado demostrado en este último mes es la capacidad de los cordobeses para no dejar solos a quienes más lo necesitan. Se ve a diario en los innumerables gestos solidarios de los colectivos, a nivel particular y en los profesionales de lo público, en especial quienes trabajan en la sanidad, que están dejando sus vidas para salvar otras muchas. Y la confianza también deberemos mostrarla en las instituciones. Es difícil, pero no nos queda otra. Hasta ahora, estamos empezando a ver decisiones que desde las más altas instituciones del Estado hasta el ámbito de lo local solo buscan amortiguar el golpe. Nosotros, sin bajar la guardia en nuestra exigencia como ciudadanos y siendo críticos -como corresponde a una sociedad democrática y avanzada- tendremos que ayudar para que todas esas medidas administrativas se apliquen con la mayor justicia, equidad y sentido común. Los alcaldes y alcaldesas, desde el de la capital hasta el municipio más pequeño de la provincia, lo están intentando, con determinaciones a veces dolorosas pero que solo buscan lo mejor.

Coincido con lo dicho en estas mismas páginas por José Antonio Carrizosa de que en el mundo nunca habíamos tenido peores gobernantes desde el final de la Segunda Guerra Mundial y en España desde la llegada de la democracia. Respaldo igualmente las afirmaciones del presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, sobre que la gestión sanitaria del coronavirus y la reconstrucción social y económica posterior "se va a llevar por delante a toda una generación de políticos".

Pese a todo, Córdoba tiene que ir pensando en qué quiere ser después del covid-19. Habrá que reinventarse, poner en marcha una sociedad nueva y evitar que la ciudadanía se deje llevar por mensajes oportunistas -que los habrá-. Volvamos a ser nosotros, porque nos jugamos el futuro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios