La alcaldesa Carmena tiene eslogan para su próxima campaña: Más Madrid. Va por libre, igual que Susana, cuyo lema es el mismo, Más Andalucía, sin añadir apellido ni logo de su partido en los carteles. Ambas marcas son herederas de otra, de hace varias décadas; más Europa. Concepto que condujo a una UE ingobernable. Lo pedían países poco partidarios de un federalismo europeo cooperativo y solidario. Después de la macroampliación, ya hay quien propugna una mejor Europa antes que el más y más. El argumento vale en esta liviana campaña, a la que todo el mundo le pone acento andaluz sólo en la cáscara: los partidos utilizan locutores en sus anuncios con una impostada pronunciación que chirría.

También chirrían los mensajes oportunistas. Ayer Díaz alardeaba en Úbeda del aceite de oliva, "nuestro oro verde", del que dependen 300 municipios y 250.000 familias en Andalucía, decía. Curioso; la presidenta lleva un año presumiendo de que ya ha cambiado el modelo productivo andaluz, porque exportamos más aviones que aceite de oliva. Es más moderno. Así lo ha declarado esta semana su consejera de Internacionalización, Lina Gálvez, a un periódico de Madrid.

Un error esta comparación, tan impostada como las voces de los falsos locutores sureños. Y una doble desconsideración a los andaluces. La primera por una falsedad; a la factura de exportación aeronáutica no le descuentan los componentes que se importan previamente. Y la segunda, por el desprecio al aceite de oliva, del que Andalucía es líder mundial y tiene capacidad de aumentar su valor añadido de manera extraordinaria; exporta todavía un 80% a granel. Nadie discute que el sector aeronáutico es importante, aunque pequeño en Europa y dependiente. Moderna será Andalucía cuando tenga una industria agroalimentaria equivalente a su potencia agraria.

Los partidos hablan de la nueva PAC, cuya negociación se prolongará hasta 2022. Pero se centran sólo en las subvenciones y no en las medidas de mercado. No se puede pedir a los agricultores un mayor esfuerzo medioambiental con menos ayudas, si no se establecen normas para mejorar su renta. Por ejemplo, darle capacidad a las asociaciones de productores ajenas al control de la Dirección General de la Competencia. También evaluar el impacto sobre el desarrollo regional de los fondos de la UE que han venido a Andalucía en los últimos 32 años. De esto nadie dice una palabra.

El mismo criterio se podría aplicar al turismo, sector en el que la Junta se ocupa de la estadística y no tanto de establecer un modelo de largo plazo y fomentar grupos de interés que negocien con los grandes touroperadores que compran y deciden. Esos operadores tienen pocos complejos hoteleros en Andalucía y hay escaso capital autóctono en el empresariado local.

El eslogan más es muy socorrido. Pero sería más útil mejor. El crecimiento impostado se quiebra cuando llega una recesión.

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