La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Violencia de izquierdas, no fascista

Fue violencia de izquierdas, justificada o disculpada por socialistas como Marlaska o podemitas como Errejón

La palabra fascista en estos últimos años, sobre todo gracias al dúo Zapatero-Sánchez con Unidas Podemos de coro, ha adquirido un protagonismo absurdo dado que el fascismo fue derrotado en 1945 y desde entonces solo han existido grupúsculos marginales o partidos de extrema derecha populista que, por convicción o estrategia, no se definen como fascistas. El caso es que fascista se ha convertido en símbolo de actitudes totalitarias, intolerantes y violentas, tengan o no tengan que ver con lo que fue el fascismo histórico e incuso si quienes las perpetran son o se dicen de izquierdas.

Incurriendo en esta inexacta generalización mi entradilla de ayer calificaba de fascista las agresiones a Ciudadanos cuando hubiera debido decir izquierda populista y/o comunista. Pero la izquierda se ha blanqueado tan perfectamente a sí misma y al comunismo -este gracias a la tardía operación eurocomunista de ruptura con Moscú oficializada por Carrillo (PCE), Marchais (PCF) y Berlinguer (PCI) en 1977- que ha logrado desvincularla de Lenin, Stalin o Mao, a la vez que le ha colocado el sambenito de fascista o franquista al centro derecha, la derecha y la extrema derecha populista.

Ni Cs, ni PP ni Vox reivindican a Mussollini, a Hitler o a Franco, ni proponen sus políticas. Como escribió en este periódico el prestigioso historiador -y ahora académico- Alfonso Lazo: "No existe fascismo histórico sin economía intervenida… Si hacemos un repaso de lo que hoy se tilda de extrema derecha nos encontramos con unos partidos que sin excepción proponen un modelo económico en extremo liberal. ¿Sorprende? Pues quizá sorprenda más saber que para los fascismos del pasado el enemigo principal no era la revolución roja sino la democracia liberal… Cualquier historiador conoce que tampoco existe fascismo sin nacionalismo expansivo y movilizaciones de masas fanatizadas en torno a mitos originarios y símbolos fundantes. En España tenemos un extraordinario ejemplo de ello: el separatismo golpista catalán". Tienen así razón quienes me reprochan llamar fascista al ataque de los manifestantes a Ciudadanos: fue violencia de izquierdas justificada o disculpada por socialistas como Marlaska o podemitas como Errejón.

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