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Violencia en el aula

La presión -a veces violencia- de la que son víctimas algunos profesores posiblemente desaparecería

Acabamos de estrenar un nuevo curso académico. No estará exento el susodicho… "estreno" de unas preocupaciones que inquietan a los integrantes de la comunidad educativa. Sin excepción. O sea: tanto a profesores como a alumnos y sus progenitores. Al profesorado, porque no siempre recibe el trato que, en todo caso, se merece. Más bien todo lo contrario. Respecto del alumnado y padres de los mismos, muchos y de variado pelaje suelen ser los motivos de las inquietudes a las que nos referimos. Ejemplos: Cabe destacar, entre todas ellas, las que traen causa del llamado "acoso escolar", la falta de rendimiento académico, la inseguridad en las aulas…

Los indicados "motivos" pueden privar del sueño tanto a los alumnos como a sus padres. Pero, ¿podemos predicar de los indicados… "motivos" que alguno de ellos es objeto de más preocupación que los demás?. A juicio del autor de este espacio existe, en efecto, un "motivo" que se lleva la palma de las "preocupaciones" del alumnado y de sus padres: Es la… "preocupación" por las notas. Es decir: si el alumno aprobó o no. Ciertamente, nos parece justificada la susodicha "preocupación". Mas, sobre ésta se nos antoja la formulación de un breve comentario:

En primer lugar, la "preocupación" de que el alumno apruebe en ningún caso puede justificar la presión -cuando no coacción o amenaza- de la que, con más frecuencia de la deseada, es objeto el profesor para que apruebe a un determinado alumno.

A mayor abundamiento de argumentos -y a juicio de Las Tendillas- el interés por saber si el alumno aprobó nunca debería prevalecer sobre el interés por saber si el alumno aprendió lo que debía aprender. Es decir: Si "progresó adecuadamente" en términos académicos. Si el interés de los padres por el rendimiento académico de sus retoños prevaleciera sobre el interés por el simple "aprobado", a buen seguro que ello no supondría una medida en detrimento de la comunidad educativa. Todo lo contrario: los alumnos se preocuparían más por su aprendizaje que por su "aprobado". Consecuentemente, es posible que la situación de presión -a veces de violencia- de la que son víctimas algunos profesores que se ven en la necesidad de suspender al alumno posiblemente desaparecería o se sería reducida a la mínima expresión. Así sea.

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