Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Verano del odio

Charles Manson aprovechó la milonga hippy para instruir a los miembros de La Familia en el odio y la aniquilación

Charles Manson era un retaco hijoputa que quería dominar el mundo. Tenía la cabeza, en cuya frente se tatuó una esvástica, llena de mierda. Tal día como hoy, hace cincuenta años, una joven de 21, Susan Atkins, obedeció a Manson y abrió en canal a la actriz Sharon Tate, embarazada. Atkins declaró en el juicio que mientras la apuñalaba una y otra vez no veía a la esposa del director Roman Polanski como un ser humano, sino como un maniquí. No atendió las súplicas de su víctima. Cuanto más rogaba Tate, más saña ponía Atkins en cada cuchillada.No fue la única atrocidad cometida el 9 de agosto de 1969 en el chalé 10050 de Cielo Drive, en Los Ángeles, donde otras cuatro personas más fueron asesinadas. A la policía le pareció un crimen ritual. La masacre se repitió al día siguiente en otra mansión.

Los matarifes de aquellas degollinas pertenecían a La Familia. Era una secta fundada por Manson, uno de cuyos alias era Jesucristo, un tipo que aunque con 17 tacos aún no sabía leer, ya con 32 les comió el coco no precisamente a desarrapados hijos del lodo y del arroyo sino a niñatos bien a los que descubrió nada más llegar a Haight-Ashbury en 1967, el año del verano del amor, infectados de la versión más bobalicona de la contracultura hippy. Manson usó ésta como abono. Su mollera demoníaca, rústicamente esquizoide, manipuló toda aquella milonga de Peace&Love y la Era de Acuario y a base de pitanzas lisérgicas y mensajes apocalípticos adoctrinó -embaucando con especial dedicación y desde una clara dominación machista a sus bovinas acólitas- a La Familia en el odio y la aniquilación. Siendo el descerebrado número uno se erigió como un experto en la descerebración de quienes aquella noche de agosto recibieron sus instrucciones para "dejar un legado maligno".

Si alguien mantiene todavía dudas acerca de la sádica chifladura de Manson puede despejarlas conociendo su lectura de las canciones del Álbum Blanco de los Beatles, no sólo con Helter Skelter, esas dos palabras que dejaron impresas en la pared con la sangre de sus víctimas. Según él, con Happiness Is A Warm Gun y con Blackbird el grupo británico instaba a los negratas -Manson era racista- a coger las pistolas y a liarse a tiros con los blanquitos, y Piggies inspiró el asesinato del matrimonio LaBianca, "esos cerdos del establishment".

De todo aquel horror hace ahora cuarenta años. Ocurrió. Manson y su familia existieron. No fue ficción. Y sigue helándonos la sangre en cada agosto abrasador.

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