La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Velas, peluches y fútbol

Es difícil saber si se trata de valerosa resistencia frente a la barbarie o superficialidad indiferente

Los muertos lo están para siempre: lo terrible de este asunto es su carácter definitivo, irreversible. Los heridos en estado crítico siguen en la UCI. Las Ramblas están llenas de velas, peluches y mensajes cursis. El Centro Cultural Islámico de Cataluña convoca una concentración en las Ramblas para mostrar su repulsa al terrorismo y desvincularlo de su religión (¿?). Encomiable. Pero sólo acuden 200 del más de medio millón de musulmanes que viven en Cataluña y de los más de 300.000 que lo hacen en la provincia de Barcelona, donde se encuentra la mayor bolsa de radicalización yihadista en España; pese ello los medios le dan una importancia desproporcionada con el número de asistentes. Ojalá que en la manifestación del próximo sábado participen miles, no un par de cientos, de musulmanes. Porque ellos deben ser la vanguardia de la lucha contra el yihadismo.

Los muertos lo están para siempre y los heridos en estado crítico siguen en la UCI mientras al día siguiente de los atentados los estadios se llenan de multitudes entusiastas para presenciar los partidos tras el minuto de silencio amenizado con Albinoni o el Cant dels ocells y las televisiones, además de los partidos, siguen vertiendo -eso sí, con un lazo negro en una esquina- la misma basura. Puede que esto sea una valerosa forma de oponer la vida cotidiana y la normalidad al terrorismo. O puede que sea una forma de olvido -que no pare la fiesta- una vez que la pena colectiva se ha desahogado a golpe de velitas, peluches, papelitos, cursilerías en Twitter y lágrimas de reality.

Es difícil saber si se trata de valerosa resistencia frente a la barbarie -como el té de las cinco que tomaban los londinenses en los refugios mientras caían las bombas alemanas- o de superficialidad indiferente. Tiendo a pensar lo segundo. No olvido que la noche del jueves 11 de marzo de 2004, con sus 192 muertos y sus dos mil heridos, lo peor sucedido en España desde la Guerra Civil, el Barcelona, el Mallorca, el Valencia y el Villareal, obligados por la UEFA pese a las peticiones de Laporta y otros directivos, jugaron sus partidos internacionales. Y, lo que es más triste, no olvido que ese fin de semana -tras celebrarse el viernes 12 en Madrid una de las mayores manifestaciones de nuestra historia- la Federación Española y la Liga de Fútbol Profesional no suspendieron los partidos de la liga. ¿Resistencia o indiferencia?

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