Usar la pala

Mucha gente se ha quejado de que los ciudadanos hayan tenido que salir a limpiar la nieve con una pala

Cuando se acercaba el huracán Sandy, todos los vecinos de la calle en la que yo vivía, en el centro de Pensilvania, se pusieron a quitar las hojas secas de la acera con un soplador y después limpiaron todos los desagües y bocas de alcantarilla. Nadie tuvo que dar la orden. Bastó que se anunciara en la televisión la llegada del huracán para que los propios vecinos tomaran las medidas de protección. Después de limpiar la calle, los vecinos se pusieron a taponar puertas y garajes y tapiaron las ventanas. Cuando ya estaba empezando a llover, una vecina aporreó la ventana de mi casa y me señaló muy enfadada las hojas secas que se amontonaban en mi tramo de acera. Acostumbrado a la vida en España -donde no existen hábitos de vida comunitaria y todo el mundo espera que "alguien más" se encargue de estas tareas- me disculpé como pude, tartamudeando una excusa. "Pues aquí tienes el soplador -me dijo-. Y date prisa si no quieres que te caiga la tromba encima".

Es cierto que todos los norteamericanos tienen espíritu de pionero y guardan un arsenal de herramientas en su casa (palas, martillos, taladros, equipos de ebanistería, kits de emergencia). En el fondo, cada norteamericano es un pionero que sabe que tendrá que buscarse la vida porque el Estado es débil y no se ocupa de arreglarle los problemas. En cambio, nosotros estamos acostumbrados a vivir en un Estado eficiente -o que al menos se jacta de serlo- que nos libra de tareas como limpiar las hojas secas o quitar la nieve. "Que lo haga el Ayuntamiento -pensamos-, que para eso pagamos impuestos".

Estos días, con el insólito temporal de nieve que ha caído en el centro de la península, mucha gente se ha quejado de que los ciudadanos hayan tenido que salir con una pala a limpiar la nieve. "Qué vergüenza que tengamos que retirar nosotros la nieve. Que lo hagan personas especializadas que sepan cómo manejar una pala", decían los típicos quejicas que luego alardean de lo mucho que aman "lo común". Como si limpiar la nieve -con temperaturas casi nunca vistas en España- sea una tarea para la que cualquier Administración Pública debería estar preparada. Y como si coger una pala -no como hacen los políticos oportunistas que sólo buscan la foto, sino como responsabilidad individual de cara a los demás- no fuera justamente lo mejor que podemos hacer si queremos vivir en buena vecindad.

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