Las dos últimas salidas al extranjero del presidente de la Junta han sido tan manifiestamente mejorables como la ley de fincas de los años 50. Juan Manuel Moreno ha empleado tres jornadas esta semana con un nutrido séquito en darse grandes paseos y celebrar pequeñas reuniones por personajes de tercera fila en la cumbre del clima de Egipto. Eso sí, ha pretendido simular que su irrelevante presencia en Sharm el Sheikh tenía una notable trascendencia diplomática, para lo que los informativos de Canal Sur han tenido que superar su diario ejercicio de culto a la personalidad del jefe.

El márquetin lo condiciona todo: hace dos meses firmó el decreto que suprimía el impuesto de Patrimonio en el gran salón de San Telmo, delante de un panel tan grande como el del plenario de la cumbre climática, sobre una mesa de recargada marquetería, en una presuntuosa ceremonia. Y en octubre, sin ir más lejos, Moreno estuvo en Bruselas donde había anunciado que se entrevistaría con el comisario de Medio Ambiente y Pesca, pero sólo consiguió ver a su jefe de gabinete. Aunque volvió encantado de que la presidenta del Parlamento Europeo, con la que coincidió en un acto, le llamara Juanma.

El turismo diplomático es costoso y probablemente ineficiente; de hecho, Moreno ha sido el único presidente autonómico que ha ido a esta cita. Pero seguro que es rentable para la propaganda, ahora que tiene asegurada una cómoda mayoría absoluta. Él ya está en la siguiente jugada, calentando la banda para lo que surja en la política nacional, campo en el que compite con Ayuso. Ella es una negacionista del cambio climático, mientras él y sus asesores de imagen han esbozado una revolución verde virtual. Una pose que incluye graves contradicciones, como una ciega defensa de la agricultura intensiva, que en ocasiones como en los riegos ilegales de la corona norte de Doñana amenaza la supervivencia del parque nacional.

Para perpetrar esta estrategia de gato por liebre ha contado el presidente con el cañón publicitario de Canal Sur, que ha ofrecido desde Egipto declaraciones grandilocuentes para consumo doméstico, traicionadas por imágenes del escaso público asistente. Moreno pretende que en 2025 se celebre la COP30 en Andalucía; es otra bandera que levanta, como quien no quiere la cosa, contra el Gobierno de la nación. No debió escuchar la intervención hace dos semanas del presidente en el plenario de esta cumbre. Pedro Sánchez enarboló la bandera de Doñana. Dijo que no eran aceptables desastres como el que vive el humedal, un santuario de la biodiversidad único en el mundo. Habló de indiferencia y descuido, que era una manera de señalar a la actual administración autonómica. Y añadió que en Doñana se suman las presiones locales, una sequía extrema sin precedentes, la salinización de los acuíferos y la penetración urbanística. Moreno no dio explicación alguna sobre nada de eso en su turismo diplomático por Sharm el Sheikh.

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