Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Trump United

Europa, según dice Hollande, no es como Trump; pero la cuestión no es lo que Europa dice ser, sino lo que merece ser

Va a ser verdad aquello de que contra Trump vivimos mejor, al menos en la Unión Europea. Las reacciones manifiestas en las últimas semanas ante el despotismo del presidente estadounidense no son más que las que corresponden ante alguien que pone fecha de caducidad inmediata a la misma Unión y a su moneda, el mismo que celebró el Brexit como el fin de la esclavitud de la mano de los nacionalistas xenófobos que no daban crédito a tan descomunal golpe de fortuna. Cuando escuché las declaraciones de François Hollande pidiendo una respuesta contundente de Europa a las bravuconadas del presunto, confieso que albergué la esperanza de que la UE recupere el norte gracias a Trump. No es cosa de risa: históricamente, Europa ha dado ejemplo de su condición fundacional de Occidente y de sus argumentos éticos cuando ha tenido que renacer de sus cenizas. Y nada mejor que una agresión externa para estimular una determinada conciencia de identidad. Hollande fue muy claro cuando vino a decir: "Nuestros valores no son los de Trump". Habría estado bien una declaración similar cuando Hungría y Polonia hicieron la peseta a Bruselas y se negaron a acoger un solo refugiado, pero en fin: ahora los tupidos velos no sirven. Alguien pide que hablemos claro y habrá que replicar en correspondencia.

Europa ha acusado la crisis igual que acusó la prosperidad: ensimismada, mirando hacia otro lado cuando los problemas llamaban a su puerta (lo de los muertos en el Mediterráneo es algo muy antiguo; tanto como la indiferencia de las administraciones continentales) y empeñada en mantener un monstruo burocrático con la única premisa de dejar a todos contentos, por más que unos siempre se queden más contentos que otros. Ahora que un bocazas pone en solfa a la UE es cuando los líderes europeos hablan de derechos, de ciudadanos, de la cuna de la democracia y del territorio que hizo posibles las bases de la Ilustración, con más énfasis y determinación, incluso, que ante los atentados yihadistas, considerados siempre (muy a pesar de lo que su naturaleza invoca) cuestiones nacionales, excepto por los baldíos mensajes de solidaridad. Sí, Hollande tenía razón: Europa es otra cosa, pero los que son iguales que Trump se han salido con la suya en el Reino Unido, amenazan con hacerlo en Francia y no lo han hecho en Austria por los pelos. La cuestión no es lo que Europa dice ser, sino lo que merece ser.

De modo que igual hay que pedirle a Trump que no queme de un tirón todos los cartuchos. Que aguante un poco con tal de que Europa se lo crea. Por la esperanza.

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