La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Trabajar en la Junta

Seríamos ilusos si pensamos que ya no entra nadie en la Junta por la puerta de atrás. ¿Atajos? Haberlos, haylos

El mundo Aneca se ha instalado en la Junta. No recuerdo ni una sola convocatoria de empleo público que haya despertado tanto interés: era ahora o nunca. No sé si este mensaje es cierto, pero doy fe del interés que ha suscitado la Bolsa Única de Empleo por cómo han volado las noticias desde que se abrió el proceso a comienzos de enero. Los currículums se han actualizado con el mismo frenesí que se activaba el certificado digital. Y no hablamos de dependientes, operarios y camareros. Si hasta ahora eran las franquicias de los grandes centros comerciales las que movían los hilos del mercado laboral, quienes compiten en esta ocasión por un puesto de trabajo estableson periodistas, médicos, profesores, psicólogos... 41 categorías con aspirantes de toda Andalucía, Extremadura, Alicante, Murcia o Madrid.

Unos buscan una oportunidad y otros un empleo medio digno ante la burbuja de precariedad que se ha extendido a la Administración tras una década de crisis y de limitaciones en la contratación. Justo cuando más global, líquido e incierto se presenta el mundo laboral, los trabajos de toda la vida -el viejo anhelo del empleo público- vuelven a convertirse en un refugio y una aspiración. No para youtubers, instagrammers e influencers, sino para profesionales altamente cualificados que han sido vapuleados por la espiral del 2.0.

Medio millón de solicitudes telemáticas que han evitado imprimir 7,4 millones de documentos. Éste es el balance inicial del proyecto que ha impulsado el Ejecutivo de Juanma Moreno defendiendo un sistema de contratación con "criterios de igualdad, mérito y capacidad" y con un objetivo secundario colateral: poner fin al clientelismo, los enchufes y los chiringuitos.

El punto de partida era tan complejo y distorsionado -al cuello de botella y la falta de recursos hay que unir los conflictos judiciales abiertos- que cualquier iniciativa que signifique transparencia, rigor y equidad ya es todo un avance; necesitaremos años para equilibrar la balanza, pero bienvenida la política del cambio si camina en este sentido.

La segunda parte de la ecuación es, sin embargo, mucho más compleja: por el coste en imagen (y votos) que conlleva la aniquilación de los chiringuitos (ni todos lo son ni será fácil ejecutar despidos en la Administración andaluza por muy paralela que sea) y porque seríamos ilusos si pensáramos que ya no entra nadie en la Junta por la puerta de atrás. Hasta hace un año los atajos eran de un color y ahora son de otro... Pero haberlos haylos.

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