Hay ocasiones en que la tensión y la gresca permanente entre los políticos de distinto signo quedan a un lado, porque entre otras cosas priman la importancia de la institución a la que se representa y los ciudadanos, que al fin y al cabo deben ser la prioridad. Eso ha ocurrido con el relevo en la Subdelegación del Gobierno, en la que tanto la subdelegada entrante, Rafaela Valenzuela, como el saliente, Juan José Primo Jurado, han actuado con una elegancia y exquisitez que les honra a ambos. Incluso ha habido elogios entre ellos, todo un ejemplo para quienes todavía siguen viendo las instituciones como órganos para su proyección partidista.
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