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RARA era la noticia de ayer sobre el explorador Curiosity en la que no se mencionaba que tenía tecnología española. Había algo de orgullo patrio en eso de insistir en que pese a la imagen internacional de España en estos momentos, el trabajo de sus gentes puede ser tan bueno como el mejor. Efectivamente, el explorador llegado a parte dispone de diez instrumentos y uno de ellos es enteramente español, como sabrán a estas alturas. El dato en sí nos debe llenar de orgullo por lo que somos capaces de hacer y de dudas por saber si lo vamos a seguir haciendo en el futuro. Esta parte del Curiosity ha sido posible gracias al esfuerzo conjunto de varias universidades y empresas que han apostado por la investigación, algo fundamental en toda sociedad que mira al futuro. Pero la realidad es muchas veces más tozuda de lo que quisiéramos y tanto el Gobierno central como los autonómicos -la Junta en nuestro caso- han metido la tijera de los recortes en el capítulo dedicado a la investigación, por lo que los investigadores que han podido han reaccionado haciendo las maletas. Todas estas administraciones, que tienen la misma sensibilidad que un adoquín, han hecho los recortes por las bravas, sin calibrar la importancia de unas investigaciones y otras. Conforme pase el tiempo iremos conociendo aquellos proyectos que se han quedado a mitad de camino por falta de fondos. Será tarde para lamentarlo. De momento, sólo nos queda la alegría del Curiosity.
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