La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

Susana, con pantalones

Hay que tener mucho arrojo para no caer en la tentación de negociar un puesto de confort ajeno al desgaste de la oposición

Nunca entendí por qué no le gustó que la llamara "la candidata con pantalones". Escribí una crónica hace cuatro años, a sólo unos días de la jornada electoral del 22 de marzo, cuando Susana Díaz perdía en los debates televisivos, pero arrasaba en los mítines y en la calle. Le tocaban la barriga con sus cinco largos meses de gestación -dicen que da suerte- y la líder socialista no dejaba de recalcar que estaba embarazada, no enferma, y confesaba que su arrojo le venía justo de las patadas de quien hoy ocupa su Instagram disfrazado de Supermán. Su "fuerza".

En 2015 no logró la mayoría que buscaba, era la primera vez que se enfrentaba a las urnas tras relevar a Griñán al frente de la Junta, pero sí ganó lo suficiente para gobernar aliándose con Ciudadanos y evitando a IU. Imagino que su equipo estaba preocupado por la imagen de "mandona", "altiva" y "faltona" que sus opositores -tanto desde la izquierda de Maíllo como desde la derecha de Juanma Moreno- explotaban para minar sus posibilidades en las urnas.

Cuatro años después, sigo pensando que el perfil le beneficiaba. Que no era una candidata florero lo que necesitaba Andalucía y que no es una oposición tranquila -sí responsable- lo que debe marcar el reloj en el Parlamento andaluz cuando, por primera vez en nuestra historia democrática, un Gobierno bipartito de centro-derecha (sustentado por los extremistas de Vox) coja las riendas de la Junta a sólo cuatro meses de la dura batalla de las municipales.

Y sí, hay que demostrar que "tienes pantalones", que "tienes lo que hay que tener", para no negociar un puesto de confort con Madrid, dar un paso al lado -más tranquilo, con toda seguridad, y mejor remunerado- y evitar el desgaste ( y el frío) de la oposición. Para no hacer lo que se ha convertido en una rutina en España cuando el candidato de turno (todos hombres, por cierto) ha visto frustradas sus expectativas de poder. Para no contribuir al patetismo de ver que quienes pidieron tu confianza se dejan dar la patada (hacia arriba) porque es muy duro quedar relegado en la bancada de los perdedores.

La oposición hay que dignificarla. El millón de andaluces que votaron al PSOE el 2 de diciembre merecen que se les respete y se les represente. Andalucía no puede dar "ni un paso atrás". Ni en igualdad ni en convivencia ni en valores. Andalucía necesita que la defiendan. Desde el poder y desde la oposición. Con pantalones. Con esos que nada tienen que ver ni con la demagogia ni con el populismo ni los cromosomas. Con fuerza.

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