Cambio de sentido

Sufrir en público

Ahora, las debacles personales también se retransmiten en directo

Albañiles, ¿hoy no me decís nada?", cuentan en el pueblo que inquiría -casi imploraba- una muchacha a unos del andamio si, a su paso, no se metían con ella. Se me venía a las mientes esta cuasiparábola a propósito de esas mozuelas que no veían nada extraño en los alaridos de los mandriles del Elías Ahuja, lo que demuestra que el machismo es cuestión de seso más que de sexo. Y también se me viene al pensamiento cuando contemplo el narcisismo patológico y expuesto que cunde y se contagia por las redes. Hace no mucho, un personaje público manifestaba en su perfil el cariño que le tiene a su sobrino y, para ilustrar, ponía una foto de sí misma con un biquini microscópico -ni rastro del chiquillo en la instantánea-. Tal incongruencia causó tanta guasa entre los usuarios de la red, que la reacción le dio pie a publicar otra entrada, indignada, acerca del puritanismo, de su libertad, su empoderamiento femenino y su derecho a nosequé, que nadie le había negado. A lo que el respetable volvió a entrar al trapo, creando dos frentes, y así hasta la polémica. "Albañiles, ¿hoy no me decís nada?".

La extimidad se ha convertido en algo tan común que ahora, además de contemplar a gentes, públicas y anónimas, que hacen contorsionismo para mostrarse hermosas y felices, también hay quienes exponen su desdicha, no para ayudar a los demás (que haylos, y se les nota), sino como una nueva voltereta egoica en este laberinto de espejos. Pero también sucede que hay personas a las que se les revienta la burbuja en público, y vemos su "realidad" saltar por los aires. Ahora, las debacles personales, las noches oscuras que cualquiera atraviesa, en ocasiones se retransmiten en directo. España asiste a la deconstrucción de un cuento de hadas entre una marquesa y su príncipe azul. Si el cuentecillo garrapiñado hacía soñar, la fábula en la que se transforma sirve de catarsis ramplona para quienes han vivido en carnes una traición.

En estos días, una cantante famosa se mostraba en su cuenta decaída, en una imagen que contrastaba con todas las demás en las que se esforzaba por ser, estar y parecer. Que alguien se muestre sin hacer un sobreesfuerzo por salir mejor de lo que está, hace saltar las alarmas. A continuación, miles de retuiteos de esa imagen sufriente, que se convierte en tendencia, junto a mensajes de positividad barata. Nadie baja la mirada en señal de respeto. Sufrir o morir en público es pura distopía. Espero no ser la única en sostenerlo.

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