Sueños de Iberia

Con intermitencia, surgen algunas voces que buscan de nuevo recuperar aquella ilusión iberista

En momentos políticos de tanta tensión y desconcierto, en los que sólo cuenta lo inmediato, resulta entrañable y consolador recuperar para la memoria un lejano sueño. Una vieja ilusión que fue alentada en el pasado por algunos, muy pocos, habitantes de Iberia. No fueron más que unas cuantas voces de escritores portugueses y españoles que, hacia finales del siglo XIX, no se resignaban a aceptar que el recuerdo de lejanos conflictos, sucedidos siglos atrás, paralizara todavía la convivencia entre pueblos colindantes. Aquellos iberistas reaccionaban no sólo ante la anacrónica existencia de unas fronteras reales; les dolía aún más que prejuicios nacidos al calor de antiguas rivalidades monárquicas permanecieran anclados en las mentalidades de pueblos modernos. Pero los prejuicios y estereotipos cuesta derribarlos. Una vez que el rencor, el odio, o la indiferencia, han anidado en la mayor parte de una nación, no es fácil sustituirlos por otros sentimientos. Y el sueño de Iberia, a pesar de haberse manifestado a través de los mejores novelistas y poetas de uno y otro país, de una y otra lengua, durante varias décadas, no logró despertar entusiasmos suficientes como para convertirse en un movimiento capaz de arrastrar. Como tampoco hubo ninguna voluntad política e institucional que apoyara iniciativas tan minoritarias de aglutinación, portugueses y españoles han mantenido, un siglo más, su discreto estatuto de vecinos que se respetan aunque dándose las espaldas. Solo las artes y las letras han sabido tender algunos esporádicos puentes.

Pero, por fortuna, aquel sueño no se olvidó del todo. Con intermitencia, surgen algunas voces -más portuguesas que españolas: la última, la de Saramago- que buscan de nuevo recuperar aquella ilusión iberista. Y es una buena lección moral y política querer unir en momentos en que tantos buscan sólo exhibir su particular narcisismo. Por eso, hay que agradecerle a una institución sevillana, la Casa de los Poetas y las Letras, siempre llena de vitalidad y buenas ocurrencias y muy bien orquestada por José Daniel M. Serrallé, la organización del ciclo El Sueño de Iberia. Con tan bello y decimonónico título, se inicia esta semana una amplia gama de intervenciones, cuya coordinación corre a cargo del profesor de la Facultad de Derecho, Víctor Vázquez, lo cual garantiza que a una recuperación necesaria se le ha añadido, además, un buen programa de reflexión. Quizás ha llegado la hora de ir despertando a nuestra dormida Iberia.

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