¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Soraya y Pablo

En torno a Soraya se ha construido una leyenda negra donde se rastrean los tópicos de la mujer fatal

Es difícil que en un partido como el PP, donde es de buen tono presumir de frigidez ideológica, se puedan producir debates de cierto interés. Todos afirman creer en lo mismo: la unidad de España, la familia, la propiedad privada, la moderación fiscal y la Virgen del Pilar. En fin, todas esas cosas que componen el universo sentimental-crematístico de la derecha española, un bloque político que, desde su nacimiento con Cánovas del Castillo, ha mutado en diferentes ocasiones, pero que siempre ha conservado algunos puntos de referencia básicos en el espacio-tiempo de la política nacional. El combate entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado sólo se puede observar, pues, como una lucha de caudillos y sus respectivas clientelas para hacerse con el control de un partido al que todavía le queda bastante recorrido, por mucho que algunos se hayan precipitado en enterrarlo. Paradójicamente, la moción de censura de Pedro Sánchez le ha arrebatado el poder al PP, pero le ha devuelto la esperanza de seguir siendo el partido madre de la gente de orden del reino.

Dicen los pepeólogos que Pablo es el candidato de la militancia, lo que no concuerda del todo con el hecho de que haya sido Soraya la candidata más votada en las primarias. La ecuación teórica de que los votos de Cospedal se traducirán automáticamente en apoyos al joven palentino tiene todavía que demostrarse empíricamente. Es posible, pero hay que verlo. En torno a Soraya se ha construido una interesada leyenda negra donde se rastrean todos los tópicos de la mujer fatal, manipuladora y perversa. La intrépida menina aparece como un Fouché travestido que atesora dossiers del CNI que pueden acabar con la carrera política de cualquiera. Son, en definitiva, algunos de esos cuentos para criadas a los que tan aficionados somos los españoles, siempre insatisfechos ante la prosaica realidad, como es el hecho de que Sáenz de Santamaría y Casado no son más que dos políticos enfrascados en la berrea del poder.

La izquierda suele decir que la derecha no tiene ideas, sino intereses. Queda bien, pero es incierto. Quien la conoce sabe perfectamente que la derecha atesora, sobre todo, sentimientos. También, por supuesto, intereses, pero de eso tienen todos. De los dos en liza, es Casado el que quizás maneja mejor esta característica. Pero nunca hay que menospreciar los reflejos políticos de una Sáez de Santamaría con una importante experiencia política acumulada. Luego está ese asuntillo pendiente del bisoño Pablo…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios