La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Soñó Jacob la Macarena

Escalera apoyada en la tierra cuya cima toca los cielos, por la que suben y bajan los ángeles de Dios, es la Esperanza

Es nacimiento, muerte y resurrección. Fue su día ayer, víspera sevillana de la inminente nochebuena. Es su noche la madrugada de la angustia entre los olivos y el prendimiento. Es su mañana la de la sentencia de muerte y la cruz, su recogerse el eclipse en pleno mediodía, su ausencia el grito que brota de la boca del Cachorro casi a la vez que las puertas de su Basílica se cierran arrancándonosla. Y en esa madrugada cuya única luz es ella y esa mañana cuya luz eclipsa, es la proclamación de la resurrección. Por eso le cuadran tan bien el villancico de Leonor Amaya -"a la puerta de la Macarena hay una bandera blanca y colorá"- y los campanilleros de Farfán, Burgos y Cano -"en el arco de la Macarena, nardo y yerbagüena"- como las marchas de penitencia y gloria de Gámez Laserna, Cebrían, Morales o Braña.

Señora del nacimiento, de la sentencia de muerte y de la resurrección: Navidad, Viernes Santo y Domingo de Resurrección son tuyos porque tú eres, "celestial madre de la gracia y la pena" como te cantó tu Juana Reina, el alfa y la omega mariano de Sevilla como el Gran Poder es el cristológico. Por eso me contaba mi suegro que un viejo macareno le decía que la Esperanza va de su Basílica a la Catedral en estación de penitencia y vuelve en estación de gloria. No pretendiendo ni pudiendo llevarle la contraria, yo diría que desde la primera levantá en la Basílica todo es un ininterrumpido rompimiento de gloria, de luz y de alegría; su irrupción en la Resolana, un amanecer a medianoche; su poderoso y a la vez delicado enfilar Feria desde los Altos Colegios, un invertido cometa de luz cuya brillante cola blanca, verde y blanca, y verde precede, en vez de seguir, al luminoso núcleo que es su palio resplandeciente. Y así hasta que rompe la mañana de esa madrugada que amaneció por la Resolana muchas horas antes de que el sol saliera.

Hoy termina su besamanos. Como mi nieto Carlos, ¿cuántos niños han pasado estos cuatro días por primera vez ante ella? Y no, no preguntaré, yéndome al otro extremo de la vida, cuántos lo han hecho por última vez. Porque ante la Esperanza nunca se pasa por última vez. Solo hay dos posibilidades: volver a verla el año que viene en su besamanos o verla en su real presencia. Sevillano sueño de Jacob, escalera apoyada en la tierra cuya cima toca los cielos por la que suben y bajan los ángeles de Dios, es la Virgen de la Esperanza.

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