Mala semana para el ultranacionalismo. Donald Trump plantea suspender las elecciones americanas por riesgo de fraude en el voto por correo; Santiago Abascal anuncia una moción de censura que nadie secunda contra el presidente español, al que considera ilegítimo, y descienden los partidarios de la independencia de Cataluña. La crisis no le sienta bien al populismo. Constitucionalmente, el presidente estadounidense no puede aplazar las elecciones; es competencia del Congreso. Lo sabe, pero enseña los dientes ante un paisaje electoral sombrío. Sus maniobras recuerdan a las de Frank Underwood en House of Cards.

Su angustia es comprensible; va diez puntos por debajo de Biden en las encuestas y en EEUU hay una crisis sanitaria y económica morrocotuda. Corre el riesgo de no lograr la reelección. En el último siglo ha habido 17 presidentes en Estados Unidos y sólo tres han intentado sin éxito el segundo mandato: Roosevelt le ganó a Hoover en 1932, Reagan a Carter en 1980 y Clinton a Bush padre en 1992. Esos tres presidentes cayeron víctimas del viento de cara: la gran depresión tras el crack del 29, los rehenes secuestrados en la Embajada en Teherán o la crisis económica de los 90. Trump se agarra al poder; ahí está su guerra fría contra China. Pero tiene a la opinión pública en contra. Dos tercios de los americanos son partidarios del voto por correo, porcentaje que sube al 83% entre los demócratas.

En el ámbito doméstico tenemos a otro personaje solo contra el mundo. Santiago Abascal también decae en las encuestas y necesita llamar la atención. Es tan reaccionario como Trump. Repite la cantinela del virus chino y comparte su disgusto con la invasión de inmigrantes, las amenazas terroristas, niega el cambio climático y despotrica por la deslocalización de empresas o libre comercio mundial… Y al mismo tiempo, ambos miran al futuro con miedo y pesimismo.

Se suele decir que las mociones de censura afianzan a los gobernantes. No siempre. La de Sánchez en 2018 le ha asegurado años de poder, quién sabe si más de una legislatura. Felipe González salió de la de 1980 como alternativa de gobierno. Hernández Mancha la presentó en 1987 para afianzar un liderazgo interno en Alianza Popular del que carecía. No lo consiguió. En la de 2017 de Pablo Iglesias contra Rajoy la gran beneficiada fue Irene Montero. Su brillante (y larga) presentación fue una reválida. Abascal acaparará foco, exhibirá sus habilidades de polemista y recuperará adeptos. La herida sentimental provocada por el desdén con el resto de España de los líderes ultranacionalistas catalanes y el empecinamiento de Sánchez en gobernar en solitario el año pasado han aupado a Vox a la tercera plaza del Congreso. La moción de censura de Abascal es una buena noticia para el presidente. También lo es la existencia misma de Vox: el amplio espacio que ocupan los ultranacionalistas españoles casi impide la alternancia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios