En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Solo pienso en ti

Eran poco más de las siete menos veinticinco de la tarde del sábado 28 de junio de 2003 cuando mi teléfono sonó. De hecho, llevaba sonando una y otra vez desde que anuncié a mis compañeros del periódico que acababa de ser bipadre, como yo decía entonces, que acababa de nacer mi hijo, el segundo tras mi hija. Esa llamada de felicitación era la de mi compañero Francisco Javier Domínguez. Cogí el teléfono y empecé a escuchar una canción con la que él me quería dar la enhorabuena. Nada ocurre por casualidad. Esa canción era Solo pienso en ti, de Víctor Manuel. Una canción que el asturiano compuso inspirándose en la historia de amor de dos personas con discapacidad intelectual -Mariluz y Antonio-. Las musas se la susurraron al oído en Montilla, en las horas previas a un concierto que iba a dar en Aguilar de la Frontera, cuando el cantautor leyó en un periódico una noticia que hablaba de dos jóvenes que vivían en un centro de la Fundación Promi en Cabra que querían casarse.

Gracias a aquella lectura supimos que "ella -Mariluz- fue a nacer en una fría sala de hospital", que "él -Antonio- nació de pie y le fueron a parir entre algodón" mientras su padre pensó que "aquello era un castigo del Señor", y que "juntos de la mano se les ve por el jardín". Contra viento y marea, la pareja, que siempre ha clamado que son diferentes pero iguales a cualquier otra persona, consiguió casarse y tuvieron tres hijos en una época en la que no era fácil la vida si se tenía una discapacidad intelectual, en una época a la que al diferente se le estigmatizaba hasta el extremo. Cuando se enamoraron, él tenía 25 años y ella 22. Eran, a los ojos de aquella sociedad de los pasados años 70, "dos retrasados mentales", y debieron incluso acudir al Obispado de Córdoba a pedir permiso para poder hacer realidad su sueño de contraer matrimonio, para celebrar esa boda que fue la primera entre personas con discapacidad intelectual en España.

Insisto, nada ocurre por casualidad. Cuando escucho ese himno a la tolerancia que compuso en 1978 Víctor Manuel con mi hijo presente "me corren mil hormigas por los pies", como les ocurre todavía a Antonio y a Mariluz "si se miran bien" y pienso que "no puede haber nadie en este mundo tan feliz". Y solo espero que, como les ocurrió a ellos, mi hijo cumpla sus sueños por muy difíciles que sean para él escalar esas montañas que la vida le pone frecuentemente en su camino. Sin saberlo, ni Francisco Javier Domínguez ni yo mismo, cuando mi compañero me dio la enhorabuena con esa canción, le estaba poniendo el prólogo a la vida de una persona distinta pero igual a cualquier otra.

Entonces, en 1978, como ha defendido el propio Víctor Manuel, "la discapacidad no tenía la integración social que tiene ahora, que no es que sea para tirar cohetes, pero ha mejorado mucho". Y ha mejorado gracias a que las propias familias y asociaciones han peleado y pelean por esa integración del diferente pero igual. Solo pienso en ti.

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