Fuera de cobertura

Elena Medel

Solidaridad

LA solidaridad no consiste en arrojar una moneda con motivo de catástrofes lejanas, en susurrar oes plenos de desdicha frente al televisor o el periódico, en comprar y regalar un kilo de legumbres cuando termina el año. O sí, por aquello de silenciar nuestra voz interior, pero no sólo eso. La actitud de Rocío Montes supera telemaratones, recogidas de firmas y cenas benéficas: nos habla de la sensibilidad ante quienes sufren, del empeño en rectificar una actitud que el tiempo y la arena ocultan, pero no borran. Montes, secretaria del Registro Civil de Córdoba, tramita desde febrero la consolidación de nacionalidad de en torno a ochocientos saharauis; ya que un día fueron españoles, carece de lógica obligarles a solicitar algo que poseen, por lo que el papeleo se orienta a confirmar, y no a rogar. Actúa con dos sentencias del Supremo y una referencia del Ministerio de Justicia, y ahora se enfrenta al recurso de la Fiscalía, que -una vez más- demuestra que las leyes no comprenden de justicia poética, y sí de tocapelotismo.

Rocío Montes, vinculada al Sáhara por vía paterna, se alza como excepción en un mundo de reglas y códigos inmutables: si el trámite es legal, ¿por qué sólo ella, desde Córdoba y en toda España, lo afronta? ¿Qué motivos impiden al resto de secretarios a ignorar un gesto que solucionaría la vida de tantos? Solidaridad, mencionábamos; conciencia, ahora, de que lo nuestro está resuelto, y para qué complicarse con camisas de once varas y saharauis -residentes legales en España- con documentos antiguos. Es decir, todo depende de la actitud del funcionario de turno. Si es positiva, todo marchará como la seda; si el sujeto se clasifica en ese grupo sublime que es el del café durante hora y media y los recados a lo largo del resto de mañana, ármense de paciencia, o despídanse de ella.

Porque contemplar la fotografía de un actor conviviendo con los saharauis en los campos de refugiados, ataviado con turbante y regresando a su cómodo hogar en avión y sin jaleos por el pasaporte, ablanda nuestros corazones; pero asuntos de injusticia crónica como el que sufren los habitantes del Sáhara, con quienes compartimos nacionalidad y privilegios, y que hoy continúan abandonados a su suerte, merecen trabajo y compromiso. Rocío Montes estaba dispuesta; que se lo permitan es otra historia.

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