La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sedición, mentira y manipulación

Hay dos cosas verdaderas: que la situación de Cataluña ha mejorado y que nadie puede dar por amortizado a Sánchez

Hay mentira y hay manipulación en esta historia de la reforma del delito de sedición que no se reforma sino que se quita del Código Penal. Su resultado práctico: Oriol Junqueras podrá volver a un cargo público en 2025, y no en 2031 como ordena la sentencia del Tribunal Supremo que lo condenó, su compañera Marta Rovira, secretaria general de ERC, podrá volver de su refugio en Suiza al no estar procesada por malversación y rehuir la cárcel, y el mismo Carles Puigdemont, el que proclamó la ruptura de España y la independencia de Cataluña vería mejorado su horizonte penal, vía indulto e incluso prescripción.

No es verdad, como dice Pedro Sánchez y repiten sus conspicuos papagayos, que la eliminación de la sedición homologue el Código Penal español con el europeo: no existe un Código Penal europeo, sino cinco o seis códigos de países que regulan la sedición tal y como el Gobierno pretende ahora... y otros países, más numerosos, que castigan con más rigor ese delito. No es verdad que la sedición sea algo procedente del Código Penal de 1822 y, por tanto, obsoleto. Su regulación actual es de 1995, siendo su promotor un ministro de Justicia socialista (Juan Alberto Belloch). No es verdad que los sucesos de octubre 2017 tengan menos relevancia que los golpes militares del pasado. ¿Ya no se acuerdan de que el Parlamento de Cataluña declaró abolida la Constitución y consagró la independencia y que eso no puede ser interpretado como desórdenes públicos agravados, que es la calificación buscada por PSOE y Podemos desde el Gobierno? No es verdad que la Justicia deba ser desjudicializada en el sentido de que quienes cometan delitos graves, si son políticos en ejercicio y salidos de las urnas, eludan la acción de los jueces que sancionan a los demás ciudadanos si vulneran las leyes. Equivaldría a tratarlos como presos políticos. Es lo que intentan los independentistas catalanes, desde Pujol al último vándalo de los CDR.

Dos cosas sí son verdaderas. Una, que la convivencia en Cataluña ha mejorado. Ha mejorado por la política de diálogo, pero también porque la secesión fue derrotada por el Estado español y porque más de la mitad de los catalanes no secundan ya los delirios independentistas. Dos, que con esa política el Gobierno ha sido estable y Pedro Sánchez ha sobrevivido a todos los desafíos que la realidad le ha planteado, y nadie en sus cabales lo puede dar por amortizado. Todavía tarda en votarse.

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