San Louis Vuitton

Parece una gestión de marketing que las donaciones llovieran tras el incendio, pero no antes

Hincada de rodillas, frente al altar, Concepción busca con sus ojos emocionados el consuelo en la cara de la Virgen de la Catedral del Mar. La inmersión en sus plegarias le supone un delicioso viaje hacia el interior de su alma al objeto de purificarla de las que, ella dice, son las maldades que ha de redimir cada día ante el Señor. Al término de sus oraciones elevó sus ojos buscando la mirada reconfortante de su querida Virgen. Miraba a la Madre de Dios. Le pedía por su hermano enfermo terminal de cáncer. Le suplicaba que ayudara a toda la familia a saber conducirle con serenidad a su hermano hasta la muerte. Pero, algo interrumpe su recogimiento. Una imagen terrenal tallada en una vidriera de la Catedral del Mar, en Barcelona. Enfoca los ojos. Se enjuga los párpados. Se impresiona ante lo que está viendo. No es la Virgen. No es Jesucristo. Ni siquiera el Señor ¡Es el escudo del Barça! La mujer se descoloca porque está viendo, en una de las vidrieras de la parte izquierda del altar, el escudo del equipo de fútbol. Esta historia novelada es un hecho real. En La Catedral del Mar de Barcelona hay un escudo del Barça hecho con los cristales coloridos de la vidriera ubicado estratégicamente por Pére Cánovas Aparicio. Después del incendio que la basílica sufrió el 17 de julio de 1936, el centro de culto quedó destrozado. Para hacer posible la reconstrucción el FC Barcelona donó 601 euros (100.000 pesetas) Como agradecimiento por su gesto se decidió que su generosidad fuera recordada eternamente. Hoy, el escudo sigue en la vidriera izquierda del altar. Las donaciones para restaurar Notre-Dame están siendo criticadas, ya que en un día se recaudó mucho más dinero del necesario para su total recuperación: 850 millones de euros. A pesar de que el arzobispo francés André Vingt-Trois lleva advirtiendo de que la icónica aguja de la catedral, las torres, arbotantes, gárgolas, vidrieras, esculturas y contrafuertes sufrían grandes grietas, nadie le hizo caso durante varios años. Parece una gestión de marketing que las donaciones llovieran tras el incendio, pero no antes. Quizá tenga que ver con la pérdida de credibilidad de la Iglesia por la condena por abusos sexuales contra menores al sacerdote Bernard Preynat y la condena por encubrimiento a su arzobispo y cardenal, dimitido, Philippe Barbarin. La cuestión es: no vayamos a ningún lugar de culto donde confundamos a quién mantienen en el altar; al Señor, sí. No a San Louis Vuitton.

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