EA, pues ya tenemos el Puente Romano preparado para la foto de rigor a nuestros políticos. Una buena parte del público asistente, también lo está; pero no parece que quiera ofrecerles una gloria, precisamente, a juzgar por los términos utilizados en el manifiesto que circula por calles y red. Y es que la Plataforma para la Defensa del Puente Romano y el Patrimonio Histórico-artístico de Córdoba, haciéndose eco de infinitos escritos, voces y susurros, también quiere hacer pública su indignación por lo que califican de "crimen de Cuenca".

Así las cosas "en estas fechas tan entrañables" -que diría La Zarzuela- han querido apelar a "la memoria de César, Pompeyo y Claudio Marcelo" para movilizar al personal, aunque olvidando al pobre Augusto, promotor del monumento.

A una ciudad que tanto presume de senequismo nadie le puede negar lo que de paciencia y resignación conlleva el término. Véase, si no, cómo las venimos cultivando desde que empezó lo que la Plataforma califica de "gran ignominia". Porque lo que, el próximo día nueve se seguirá consolidando en el entorno del río, no es cosa de un día ni de dos.

Ya lo veníamos diciendo en tono más o menos jocoso, pues habrá tiempo de llorar cuando, como tanto patrimonio remodelado, sólo quede la memoria gráfica: después de lo de el Molino de Martos y el Puente de Miraflores, sólo faltaba terminar el Centro de Recepción, que acabará de tapar -y de qué forma- el muro exterior de La Quibla desde el río. Luego vendría la renovación del Puente Romano y, al fondo, los sillares de una mezquita que no armonizará con el entorno. Será el momento de alicatarla, quién sabe si de rosa, como el molino.

Se empieza por un "edificio singular" -que dicen ellos- y se acaba por remodelar el "emblemático en consonancia con el entorno" -que también dicen-.

Es lo que tienen los imperios. No se resisten a dejar su impronta. Y, al final, lo que no lograron los distintos -más o menos reconocidos- que en Córdoba han sido, lo conseguirá este de las vanguardias y el diálogo arquitectónico que, en ciudades como esta, más que diálogo se antoja gresca de patio de vecinos.

Ver a los cordobeses manifestarse en defensa del Patrimonio, es algo que, por inusual, no deberíamos perdernos. A ver si la convocatoria tiene más éxito que la de la yeguada milenaria. También se fue y no pasó nada. Nunca pasa, mientras el Custodio siga en su sitio. Porque en Córdoba hay cosas que son sagradas, hasta para los más innovadores. Pues eso.

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