La tribuna

Salvador Gutiérrez Solís

Los Reyes Madoff

ME cuentan que los Reyes Magos se citaron con el -recientemente- popular Madoff en una cafetería de California. Una reunión breve e ilusionante, apenas treinta minutos, que cuando todo se tiene claro no hay que dedicarle más tiempo a los asuntos. Sus Majestades, conocedores de sus grandes habilidades financieras, con la sana intención de aumentar considerablemente su presupuesto en la adquisición de juguetes y demás regalos, confiaron todo su capital al célebre -hoy- estafador. Cuando el Rey Gaspar recibió la desoladora llamada de Santa Claus, no podía creer lo que escuchaba. El banco me quiere embargar los renos, y me han dicho que del trineo me vaya olvidando este año, que bastante si me dan un patinete, le confesó un desmoralizado Santa Claus. Me cuentan que el Rey Gaspar tuvo que recibir la inmediata asistencia de sus pajes, que si no llegan a estar cerca hubiera dado con sus huesos en el suelo, que perdió el conocimiento y lo tuvieron que reanimar en un centro de salud cercano. Usted está para darse de baja, le recomendó el médico; para una vez que trabajo al año…, respondió el rey con voz entrecortada. Medianamente repuesto, hundido, en el momento de marcar el teléfono de su compañero Melchor todavía no sabía si sería capaz de expulsar una sílaba de su cuerpo, sobrepasado por los acontecimientos. Cuando al fin pudo articular palabra, sólo tuvo fuerza para decir: Madoff nos ha estafado, se ha quedado con nuestro dinero. Melchor, más expansivo en su personalidad y comportamiento, comenzó a gritar toda clase de improperios y de exabruptos, tan sonoramente y de tal calibre que los camellos, asustados por los gritos, intentaron escapar del cercado y tuvieron que añadir infusiones de tila en los abrevaderos para que se calmaran.

Necesitó de varios minutos su alteza Melchor para digerir la noticia, y otros más para articular una exposición convincente a la hora de trasladarle la noticia a Baltasar. Y es que Melchor y Baltasar discutieron, con dureza y educación -eso sí-, en los días previos a la cita con Madoff. Melchor absolutamente convencido de la operación, salen ganando los niños de todo el mundo, argumentó, totalmente en contra, más precavido, Baltasar, no podemos arriesgar nuestro dinero tan alegremente, que es la ilusión de millones de personas, cuentan que dijo. Como ese chaval que trata de imaginar el mejor momento en el que entregar las notas con varias asignaturas suspendidas, en realidad no existe ese "mejor momento" salvo en nuestra imaginación, esperó Melchor unas horas antes de llamar a Baltasar. Por fin lo hizo, y, como cabría suponer, sus primeras palabras fueron "ya te lo dije". Tras unos instantes alocados y gritados -pero, ¿tú no viste la pinta que tenía el individuo?, todo el mundo hablaba maravillas de él, todos estafados como nosotros-, Baltasar se limitó a preguntar: ¿y ahora qué hacemos? Melchor sólo pudo responder con un silencio suspirado. Los tres Reyes Magos quedaron en verse al día siguiente, con la intención de diseñar un plan que les ayudara a resolver su gran problema.

Gaspar, siempre inocente, nada más encontrarse con sus compañeros, propuso que se deberían poner en contacto urgentemente con Obama; si todavía no es presidente, le respondió Melchor, que, a su vez, señaló que lo mejor sería gastarse lo poco que les quedara en la Primitiva. Baltasar, siempre prudente, rechazó de plano la propuesta, esa idea es tan buena como la de Madoff, mira que lo dije, mira que lo dije. Gaspar, tras unos instantes de reflexión, pensó en la opción de Emilio Botín, le devolvemos el dinero siendo la imagen de su banco durante unos años, propuesta que fue acogida con carcajadas por sus compañeros. ¿Tú no lees los periódicos? También lo han estafado a él; puñetero este Madoff. Melchor señaló que sería interesante un gran acuerdo internacional, tipo Alianza de las Civilizaciones, sólo tenemos que ponernos en contacto con algunos presidentes. Yo me pido Zapatero, dijo Baltasar, yo no quiero a Sarkozy ni en pintura, renegó Melchor, peor será al que le toque Berlusconi, advirtió Gaspar. Tras varias horas intentando contactar con los dirigentes políticos, el desanimo comenzó a hacer mella entre las majestades, sus esfuerzos resultaron en vano. Aunque empleando modos y palabras diferentes, los tres presidentes le respondieron lo mismo: Este año, con la crisis, me pillas con la hucha vacía. Estaban a punto de darse por vencidos los tres Reyes Magos, cuando, al unísono, como siguiendo una orden que alguien les dictase, miraron hacia el cielo y descubrieron la Estrella de Oriente, que los sigue allá por donde van. ¡Aún nos queda la estrella!, exclamaron. En menos de cinco minutos cerraron el acuerdo con unos célebres grandes almacenes -no tuvieron que recurrir a las petroleras rusas-. Madoff no va conseguir que los niños de todo el mundo se queden sin sus regalos.

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