Adiferencia de otros años en los que se asumía el discurso televisivo del Rey como una tradición más en las vísperas de la cena familiar de Nochebuena, en este 2007 que acaba existía un interés especial por escuchar el mensaje de Navidad de don Juan Carlos. Las quemas de fotografías del Rey, las críticas repletas de bilis proferidas por el locutor estrella de la emisora de la Conferencia Episcopal y su respuesta visceral ante el derroche de mala educación y grosería del presidente venezolano, Hugo Chávez, lo habían situado en el centro de un debate sobre el papel de la Monarquía Parlamentaria inédito desde los tiempos de la Transición. Pues bien, su mensaje del lunes por la noche no defraudó. En puertas de entrar en el año en el que celebraremos el trigésimo aniversario de la aprobación de nuestra Carta Magna, don Juan Carlos aprovechó su intervención televisada para articular una defensa de la Constitución Española, tanto por los valores que fomenta como por los frutos que ha cosechado. El Rey comparó España con "una gran familia" cuya Constitución "está concebida para integrarnos a todos" y recordó que la unidad y la diversidad "son conceptos que nos definen". En un 2007 que se inició con la bomba de Barajas y concluye con la muerte a sangre fría de dos guardias civiles, don Juan Carlos hizo suyo el sentimiento de la mayoría de los españoles al reclamar a las formaciones políticas una "cultura de unidad que haga efectivo el compromiso de todos los demócratas para acabar definitivamente con el terrorismo" . Y, además, aludió a preocupaciones del día a día de nuestros ciudadanos con sus menciones a la educación, a la necesidad de impulsar la observancia de las reglas sobre contenidos televisivos e infancia, a la lucha contra la violencia de género o a las medidas emprendidas para paliar el drama de los accidentes de tráfico. Hizo, pues, un recorrido por los problemas que preocupan a casi todos, pero siempre bajo un leit motiv que ya hasta nos sorprende de tan poco que se escucha: el recuerdo de la importancia de ensalzar lo que nos une, y no lo que nos separa.

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