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DECIDIDAMENTE, el pueblo ha hablado con sabiduría la última vez que recabaron su opinión. Esa última vez que fue preguntado era domingo 1 de marzo y tanto gallegos como vascos fueron llamados a consulta. Y tras la consulta, una respuesta que llena de cordura el devenir en esas dos queridas partes de España. En Galicia le dieron el finiquito a los del Audi blindado y a los que quieren llevar la cerrilidad y el aldeanismo más de campanario hasta sus últimas consecuencias. En Euskadi decidieron quitarle la confianza a los del nogal que esperan a que la ETA lo mueva para ellos recoger las nueces. No es frase propia sino del insigne Xabier Arzalluz cuando era el que movía los muñecos en esa hermosa tierra. O sea, que ambos nacionalismos han salido corneados, mucho más gravemente en la tierra de Rosalía, pero ambos necesitados de ser intervenidos bajo anestesia general.
En Galicia se suspende el gallego obligatorio al menos durante cuatro años. Lo siento por los niños gallegos, que como se imponga la alternancia en Raxoi van a terminar cogiendo moscas, pues cuando al fin estén cogiéndole el aire a la filología galega llegan los otros diciendo que no y que los textos en español, como toda la vida. Un galimatías que llegará también a las ikastolas si es que Pachi López no se viene atrás en su idea de convertirse en lehendakari. Entonces puede que llegue algo de más rigurosidad a la historia que se imparte en ellas y también entonces sabrán los niños vascos que Sabino Arana era como era y no como les han explicado sus descendientes, esos partidarios de un nacionalismo que le pone una vela a la burguesía de Neguri y otra al abertzalismo que viajó desde el caserío a la ciudad.
Y la tercera pata para que el banco no se tambalee llega desde Cataluña por el afán de los nacionalistas que moran en el Palau de la Plaza de San Jaime de imponer el catalán, de meterlo con calzador aunque eso vaya en contra del progreso y a favor de una babelización tan torpe como incongruente. Y han decidido los del Tripartito impulsar una Ley del Cine de andar por casa por el que la mitad de las películas que se exhiban en las salas comerciales estén dobladas o subtituladas en catalán. Ahora que cada día va menos gente al cine y tras quedar palmariamente demostrado que el cine en catalán es infinitamente menos comercial que en español no se comprende un proyecto que se muestra en clara confrontación con las reglas que dicta el mercado. Lo sectario es que eso que pretenden en el cine, las dos lenguas oficiales en igualdad de condiciones, no se aplica en la escuela. Afortunadamente, en Galicia y Euskadi el pueblo ha mostrado su sabiduría. A ver si algún día habla así en Cataluña.
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