Rafalete, la gloria de san agustín

Resaca

Bueno, les voy a seguir contando lo de la semana pasada, que los dejé a medias y no es la cuestión, que las cosas que se empiezan hay que acabarlas, me parece a mí. Como les decía tuve un final de Feria más que complicado, que se juntó que apareció mi antigua novia, Margarita, con la llegada de un amigo madrileño de Soraya.

El jueves me pareció verla, pero es que el viernes me la encontré de frente, que un poco más y hasta nos chocamos, y es que estas cosas sólo me pasan a mí. Margarita ha cambiado muy poco, más bien nada, que sigue con su pelo revuelto y con esos ojos suyos un poco brujos, que parece que se los ha prestado Marujita Díaz. Menos mal que en ese momento estaba solo y medio me pude escapar, pero cinco minutillos de mal trago sí que me la tuve que chupar. Y eso que no la vi yo muy de su manera, que Margarita siempre ha tenido la lengua muy suelta, y poco me dijo para todo lo que me podía haber dicho. Aunque yo no creo que me portara mal con ella, ni mucho menos, que nuestros buenos ratos hemos echado, sobre todo en la Feria. Por suerte no vi a sus hermanos, que esos sí son harina de otro costal, y con la mano muy suelta, que en menos de lo que canta un gallo te la estampan en la cara. La verdad es que Margarita estuvo más prudente que de costumbre, que no dijo ninguna de sus burradas típicas, también puede ser que como no me vio con Soraya se quedó más calladita, que si la llega a ver seguro que me monta uno de sus pollos. Vi a Margarita más arrugada y con menos dientes, normal con la vida que lleva, y por suerte sólo la vi ese día, que las cosas es mejor dejarlas así.

Como les decía, apareció un antiguo amigo de Soraya, que yo no sé si fueron algo más en el pasado, que le pillé a él cada miradita de aúpa. El tío es un madrileño finolis, Ignacio por nombre, aunque gusta que le digan Nacho, se creerá que sigue siendo un chaval y a mí me saca tres o cuatro años, por lo menos. No era el remate de Feria que yo me esperaba, aunque a ella no le puedo decir nada, que demasiado bien se porta conmigo para enfadarnos por algo que no me guste. El Nacho éste es de los que tienen una sonrisilla en los labios, y que no sabes si es porque es muy simpático o porque se está riendo de ti. Como no me fiaba, no los dejé solos ni un instante, y claro, me tuve que tragar al madrileño casi durante tres días, que ya son días, y más cuando es Feria. Como comprenderán, no tuve un momento para hablar con Soraya de mis intenciones, y ya no podrá ser en mayo como me había planteado, como no sea que espere al del año que viene. En fin, lo dejo para todo el verano, que algún ratillo seguro que saco, digo yo.

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