Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Rectores frustrados

La de una mayor autonomía y financiación de las universidades es ya una de esas demandas emblemáticas

Andan estos días los rectores de las universidades españolas, ese grupo de la CRUE que lidera nuestro magnífico rector cordobés José Carlos Gómez Villamandos, algo "frustrados" con el proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), la llamada Ley Castells. Tanto, que han decidido retrasar la redacción de su informe preceptivo hasta que llegue a sus manos un texto concluyente, según han informado. Y lo han hecho justo cuando el alumnado universitario se ha echado a la calle para mostrar su rechazo a esa normativa y también a la Ley de Convivencia Universitaria.

Dicen los rectores que este proyecto de ley no aborda "con decisión" la necesidad de una mayor autonomía y financiación de las universidades, una de esas demandas emblemáticas que nunca se cumplen, e incluyen otros planteamientos como el de hacer más eficiente el gobierno de las instituciones académicas, que deberían, por cierto, estar alejadas de la política -y también sus gestores- si tanta autonomía quieren. Mientras, los estudiantes denuncian que las enmiendas presentadas a la Ley de Convivencia eliminan los mecanismos de mediación y las medidas alternativas a las sanciones. Unos tiran para un lado y otros para otro cuando están en el mismo barco.

Y si los rectores están frustrados por esto, yo me pregunto cómo andarán los camioneros para llegar a anunciar una huelga a las puertas de la Navidad por las condiciones de trabajo que asumen y la escalada de precios del carburante. No son sectores ni ámbitos de trabajo comunes entre sí, el de los camioneros y el de la Universidad, pero coinciden en mostrar su rechazo a la actualidad gubernamental y a la gestión -cada uno a su modo- que se está llevando a cabo para intentar conseguir un futuro mejor para ellos y el resto de la sociedad. Diálogo y diálogo -que decirlo no falla nunca- seguro que no va a faltar entre las partes implicadas, pero cada vez son más voces las que alertan de que se avecina un otoño-invierno caliente en la calle por las cosas del comer. Voces, por el momento, porque los ánimos quizás sigan demasiado anestesiados y los bolsillos estén aun medio llenos como para salir a protestar a pesar de que la compra sea cada vez más cara, la luz siga alcanzando precios desorbitados y ahora se pueda pasar de curso con suspensos; esto último, toda una anestesia general de la que es difícil despertar.

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