Mensaje en la botella

Punto y aparte para el Córdoba CF

Los aficionados quieren paz en el ámbito institucional y ver ganar a su equipo en el campo

El Córdoba CF ha desenredado -o eso parece- una de las etapas más tétricas de su historia, al menos en los despachos, porque en lo deportiva ya sabemos dónde estamos. El principal club de la ciudad y de la provincia lleva años instalado en una situación anómala, con una serie de personajes a su alrededor y en sus entrañas que, visto lo visto, da la sensación de que han venido a servirse más que a servir. Tampoco es que seamos pioneros en estas cosas, porque desde que llegaron las sociedades anónimas a los clubes deportivos, han sido muchos -demasiados- los casos en los que un grupo de avispados, con mayor o menor fortuna en el ámbito económico y con carencias en la ética empresarial, han desembarcado en estas entidades con intenciones dudosas.

En cualquier caso, el grupo inversor Infinity ya tiene el control del Córdoba CF, una vez que la administración judicial que rige la entidad desde el pasado 9 de noviembre le adjudicó el pasado jueves la Unidad Productiva del club a la única propuesta presentada en firme. Se trata de una corporación empresarial de Bahréin, que además ha sido la que ha cumplido escrupulosamente con lo dictado en el ámbito judicial, en el sentido de que ha depositado la cantidad exigida: tres millones de euros. Aun así, aventurar que esta nueva etapa será la que saque al Córdoba CF del pozo económico y deportivo en el que se halla es arriesgado.

No obstante, y aunque parezca que un servidor se conforma con poco, ya es un avance que ante una determinada circunstancia este grupo tenga la firmeza de poner encima de la mesa dinero, el mismo que está dispuesto a arriesgar para entrar a formar parte de una empresa casi en quiebra. Y digo esto porque todas esas voces interesadas que en los últimos tiempos se han vestido de un falso cordobesismo y se han mostrado dispuestas a salvar a la entidad, al final se ha visto que eran más de lo mismo; es decir, tratar de pescar en río revuelto a ver si con un poco de suerte podían coger las riendas del club sin exponer un euro y, además, ganar notoriedad, que es lo que buscan muchos en el deporte, para después obtener réditos de dudosa procedencia.

Pero una vez resuelto el entuerto, lo que toca es mirar hacia adelante. Los aficionados quieren paz en la parte institucional y ver ganar a su equipo en el ámbito deportivo. Así de sencillo y, a la vez, complejo. Los y las que han estado sentados previamente en los sillones que dirigían la entidad cordobesista, a buen seguro que tratarán de enfangar todo lo que puedan, con el único interés de sacar tajada y esconder su nefasta gestión. Buscarán proyección mediática sobre determinados asuntos del pasado que en muchos casos tienen que ver más con cuestiones personales que otra cosa. Ahora es necesario un punto y aparte en el Córdoba CF. Porque mirar atrás, además de vergüenza, produce hasta pavor.

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