La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Puigdemont, malo y estúpido

Hace tiempo que a Carles Puigdemont sólo le mueve un interés en la vida: Carles Puigdemont. Eso lo explica todo

Se dice que hace más daño un estúpido que un malo. Quizás, pero lo verdaderamente peligroso es la combinación de maldad y necedad en una misma persona. Tonto y perverso a la vez, he ahí una fusión letal.

Carles Puigdemont, sin ir más lejos. Es tan malo que quiso implantar una república catalana contra la voluntad explícita de la mitad de los catalanes. Es tan estúpido que, tras haber fracasado en el intento, pretende repetirlo en los mismos términos imposibles. Tan malo que no sólo desafía la Constitución y las leyes, escapa de la Justicia y fractura a la sociedad, sino que sacrifica a sus compañeros de viaje y a su propio partido en cuanto se desvían lo más mínimo de su camino personal. Tan estúpido que celebra como una victoria épica el dictamen judicial que le llevará a permanecer fuera de España durante veinte años.

En realidad hace tiempo que a Carles Puigdemont únicamente le mueve un interés en la vida: Carles Puigdemont. Sólo eso explica que huyera a Bruselas mientras sus compinches de rebelión entraban en la cárcel, que paralizase casi seis meses la Generalitat imponiendo su inviable candidatura y, sucesivamente, otras igual de inviables, que colara al final como honorable president a un personaje a un tiempo cómico y siniestro como el xenófobo Torra, quien esta misma semana haya paralizado de nuevo el Parlament tratando de que los secesionistas presos cedan -por imperativo judicial- sus escaños, pero no él, que en las últimas elecciones autonómicas pasara por encima del partido que le encumbró (antes Convergencia, ahora PDeCat) nombrando a dedo a más de la mitad de la lista, que haya intentado manejar personalmente el presupuesto del grupo parlamentario correspondiente, que pretendiera por todos los medios impedir que el grupo en el Congreso apoyara la moción de censura de Pedro Sánchez y que, por último, está promoviendo que el PDeCat se disuelva en un movimiento (Crida Nacional) creado a su mayor gloria para afrontar otras elecciones con él de líder indiscutido, defenestrando a su dirección posibilista y rompiendo definitivamente con ERC. La ensoñación de un tipo malo y estúpido.

Con estas últimas maniobras El Fantasma que volverá a Bruselas para lanzar el Consejo de la República Virtual de Cataluña alcanzará su objetivo final: poner el gran proyecto de la burguesía catalana en manos del anticapitalismo feroz y asambleario de la CUP. La chusma, que habría dicho Pujol.

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