Puigdemont en el Falla

No me cabe duda de que la estrella del próximo carnaval gaditano será el tema de Cataluña

No me cabe duda de que la estrella del próximo carnaval gaditano será el tema de Cataluña y el esperpéntico episodio del referéndum que ni la más bananera de las dictaduras podría imaginar. Sin duda, en Cádiz, en el Falla y en la calle, porque también en las chirigotas, al igual que en las consultas electorales existen las denominadas ilegales, se verán los mejores editoriales y las más acertadas columnas que la prensa podría publicar. Y todo dicho bajo el prisma del humor y la ironía que es la forma más inteligente de decir lo que se piensa. Y, además, lejos de provocar respuestas agresivas, es posible que mueva a la sonrisa.

Me he pensado mucho escribir en este tono jocoso, la cosa no está para bromas, pero visto lo visto no merece tomársela de otra forma. Las imágenes de las urnas rodando por los suelos y el depósito de papeletas sin control, resultan grotescas. Veo en la final del Falla a un cuarteto emulando al de La boda del siglo, allá por 1982. Lástima que no estén el Peña, ni el Masa, ni los hermanos Scapachini para sacarle provecho a su inspiración, pero ésta no falta en Cádiz y no dudo de que será igualmente genial.

Imagino un escenario similar a un Parlamento, con publicidad en el atril del orador y con techo de farolillos y banderas independentistas como si fuese una barraca de feria. El president, con su aspecto de Beatle de Cádiz, vestido con chaqueta a rayas grandes blancas y negras, anclado en los sesenta del pasado siglo, entonando el Yesterday. El vicepresident, disfrazado de vendedor de bulas falsas del Lazarillo de Tormes. El mayor Traperol, uniformado de gendarme, porra en mano, digno de una escena de cine mudo. Como fondo de escenario, el presidente del Gobierno a modo de estatua inmóvil, con rictus solemne y mirada perdida en el horizonte, en tanto la vicepresidenta deambula por el escenario como una Heidi de la Caleta.

Suenan los palos y el president toma la palabra: vamos a no declarar la independencia. El mayor se cuadra, el vicepresident pregona oferta de bulas a bajo precio y la estatua permanece inmóvil. Nuevamente golpean los palos y el beatle sigue: A la vista de los sucesos que ocurren en esta nación, ante la fuga de empresas que nos dejan el marrón, viendo los resultados de la última votación, el pleno del parlamento eleva esta petición: En vez de la independencia: (todos a coro) ¡Qué se pele Puigdemont!

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