Y a usted, ¿le atienden?

Pedro Caballero- Infante / Caballeroinf@ Hotmail.com

Protección de datos

DON José ha echado el freno de mano muchas veces, en contra de su espontaneidad afectuosa, por no meter la pata ni entrometerse en la vida privada de sus pacientes. Recuerda especialmente la anécdota de la joven a la que, tras hacerle varias pruebas de embarazo con resultado negativo, y deseosa de ser por primera vez madre, él personalmente le dio la enhorabuena pública al tiempo que le entregaba el informe con el avance de su próxima maternidad. La embarazada se enfadó, al parecer, por coincidir en la farmacia con una vecina a la que no quería verla informada de tal noticia.

El boticario, sin llegar a la actitud de la protagonista de la anécdota, está de acuerdo en que la legislación actual intente impedir el acoso publicitario que muchos, él mismo, recibe de empresas relacionadas con la salud que saben datos que deben ser a todas luces privados. Aurora ha venido hoy, visiblemente airada, con una carta en la mano acusando al boticario de desvelar datos suyos personales. La misiva es de un conocido laboratorio de medicamentos éticos de gran importancia terapéutica que además tiene una sección de productos dermocosméticos.

Aurora es una polletona de muy buen ver. Madura y atractiva que no se resigna, y hace muy bien, a envejecer por lo que se ha convertido en una leal usuaria de productos de estética corporal.

El boticario por un momento se ha planteado la duda razonable de ser culpable y por tanto causante involuntario del soplo. La explicación de esta duda se basa en su compromiso con la atención farmacéutica. Don José, al hilo de esta línea profesional, se ha comprometido con este laboratorio en un programa on line por el que ofrece información a través de internet a pacientes polimedicados y usuarios de tratamientos de larga duración. Estos enfermos son crónicos y dependientes por lo que a ellos, y a sus cuidadores les viene muy bien esta información.

El farmacéutico ha tenido que fajarse con Aurora para demostrar su inocencia, tarea nada fácil porque explicar a esta clienta el tema de atención farmacéutica es complicado ya que, para su fortuna, goza de una envidiable salud y no es usuaria de medicación terapéutica convencional.

Tras ello la interfecta dice:

-Y ademá, ¡mire usté aquí!: me recomiendan una crema pal pandero cuando yo si de argo pueo presumí es de culo. Que el otro día hasta un siego me dijo que a mi culo no le fartaba que hablá.

El boticario no suele tratar directamente con estas clientas sino su adjunta, que cubre media jornada, ya que el desconocimiento que tiene sobre estos temas es supino. Además, don José, tiene un nulo pragmatismo comercial criticado permanentemente por su entorno familiar.

Pero como este tipo de usuarias es incansable, Aurora sigue:

-Ademá, lo mismo que le digo a usté una cosa le digo otra. Ayé, aunque me sentó malamente, er peluquero me dijo una verdá. ¿Qué cree usté que me dijo?

-¿Qué te dijo?

-Que yo, ya a mi edá, no me podía poné vestío de tiranta, porque mis braso paresen bambalina de un pasopalio... Yo creo qués argo! Como tras este diálogo Aurora siga empeñada en lo suyo dice:

- digo yo que argo habrá la caía de la carne.

-A mí con la Viagra me va superió.

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