Tinta y borrones

Propósitos de año nuevo

Quiero menos lecciones y más acciones. Seguir aprendiendo de los mejores. Quiero querer, no tener

Todos los años por estas fechas me pasa lo mismo. Tengo la intención de reflexionar sobre lo que me gustaría que me deparara el nuevo año pero, a la vez, me siento ridícula por hacerlo. El día 1 de enero, me digo, es un día cualquiera y todo lo extraordinario que se produzca esa noche tiene más que ver con las cantidades de alcohol que con el cambio de calendario. Más allá de desear la paz mundial, ¿de verdad nos va a ir mejor haciendo una lista de deseos o propósitos? Pero aquí estoy. Pensando por qué no. Y lo cierto es que resulta gratificante llegar ala conclusión que poco más se puede pedir a este 2018, sólo que mantenga todo lo bueno del 2017 que acabamos de despedir. Quiero seguir emocionándome delante de una página en blanco, ser menos dura conmigo cuando sale mal y alegrarme cuando acertamos. Quiero ser más flexible pero sin perder ni un ápice de firmeza. Seguir en mi sitio, que los demás lo entiendan. Respeto.

Quiero que me sigas llamando todos los días cuando salga del trabajo, mamá, aunque te diga que eres muy pesada. Que mi amiga, ¡ay amiga!, se pase la parada del autobús de su casa y se baje en el Centro para obligarme a vernos sí o sí. Quiero spritz apperol aquí o en Venecia. Que de una cerveza salga un viaje a París. Las quiero a ellas, siempre ahí.

Quiero seguir rodeada de niños, los que están y los que vendrán y sentirme su tita, porque a mí eso de la sangre me da igual. Emocionarme con las cosas buenas que le pasan a la gente que quiero; ¡qué sensación más maravillosa esa! Quiero Cádiz sin venir a cuento. Libros y vino en la terraza. Que la bungavilla siga creciendo. Crear hogar.

Quiero que se me siga removiendo la conciencia con argumentos distintos a los míos. Y decir mis ideas sin complejos. Más periodismo y menos críticas. Quiero una profesión que por fin se revuelva y reclame dignidad. Que no se calle ante los abusos y que defienda nuestro papel. Quiero menos lecciones y más acciones. Seguir aprendiendo de los mejores. Y sobre todo quiero querer, no tener.

No sé si habré pedido demasiado, pero es lo que se me ocurre otra cosa para que 2018 sea, de verdad, un año para recordar. Dentro de 364 días lo comprobaremos.

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