Me siento como mi plancha del pelo. La vida útil de ambas ha llegado a su fin. Debe ser que estamos tan electrónicos últimamente, que lo de la obsolescencia programada se ha extendido por completo. Tanto, que ha llegado a apoderarse también de mí. Como la Tablet o la batidora, parece que ahora funcionamos con energía programada y que pasado un tiempo, como la lavadora, dejamos de funcionar, nos apagamos. Ignoro quién me ha podido programar, pero de verdad, que en este momento, cuál móvil con año y medio de antigüedad, yo tampoco estoy funcional, más bien inútil, inservible. Yo también siento que he cumplido mi tiempo programado para seguir funcionando este curso.

Y es que, como al ordenador, a nosotros también nos llegan inputs, señales; el fin de curso, las vacaciones, principio de julio, con ele. Ideas y datos que irremediablemente nos conducen a una escena común: el imprescindible descanso. Por ello, aunque el nuevo control de la jornada se empeñe en ponernos de manifiesto que seguimos operativos, lo cierto es que el ánimo y el agotamiento acumulado contradicen esa idea de manera rotunda.

A diferencia de los electrodomésticos de la tercera planta de los grandes almacenes, nosotros nos inventamos las vacaciones porque ciertamente necesitamos activar el modo pause y a eso es a lo que le toca el protagonismo o, aunque le falte algo por llegar, ha irrumpido en la realidad de todos. Ahora, las familias se clasifican no por modelos sino por quincenas, pasamos a ser de segunda de julio o primera de agosto, de camping, apartamentos de los abuelos u hotelito salao -esos son de una semana-. Y así nos la pasamos, intentando enchufarnos ya a la energía o cuanto menos, visualizando y preparando el cómo lo haremos.

Porque posiblemente, algo que nos diferencie de los auriculares inalámbricos, será el cómo decidimos recargar nuestra batería, seguir como ellos, enchufados a cables u optar por regenerarnos de otra manera. Podemos confiar en que dormir más, intentar no pensar en el follón de la oficina, la cara del jefe y la compañera insoportable, será por si mismo efectivo, pero también podríamos agarrar el protagonismo, tomar las riendas y ser activos en nuestra técnica regeneradora. Si creemos que efectivamente, en gran parte somos lo que decidimos ser, tomemos un papel activo en esa decisión y regenerémonos desde lo consciente. Aprovechemos este tiempo para vía lectura, vía paseo, vía viaje, trasnochando, descansando o liberando, o lo que a cada cual le funcione, recargar. Replanteémonos la temporada y exprimámosla. Es lo que toca. Los cables seguirán esperándonos.

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