Mensaje en la botella

Presión para la nueva Junta en Córdoba

Que nadie se asuste con el titular de este artículo, pero si hay algo inherente a la toma de posesión de un cargo público es la presión. En el caso de la Administración periférica de la Junta de Andalucía, hace apenas tres días que los nuevos delegados en la provincia ocuparon por primera vez sus despachos y, sí, presión es lo que se van a encontrar en esta nueva responsabilidad por distintas razones.

La primera, y más evidente, es que el cambio del que tanto se ha hablado en esta tierra en los últimos meses se tiene que escenificar de alguna manera, por lo que hacer cosas diferentes a lo que estábamos acostumbrados por estos lares de la mano del PSOE tiene sus riesgos y las expectativas de la sociedad son altas.

Presión porque el aterrizaje no será nada fácil para los siete delegados, ya que el contexto es el que es, con unas elecciones generales convocadas ya para el 28 de abril y unas municipales y europeas para finales de mayo, con lo que los llamados 100 días de cortesía se van a quedar en 100 segundos. Presión porque el actual Gobierno de la Junta de Andalucía carece de un presupuesto propio y cuenta ahora mismo con las cuentas prorrogadas del último ejercicio de Susana Díaz. Y a ello se une que la sensación que se respira es que Juanma Moreno esperará a que pasen esas convocatorias electorales para presentar su propio proyecto. Presión porque no se trata de un gobierno monocolor, sino con dos socios -PP y Cs-, con lo que más pronto que tarde surgirán fricciones que habrá que resolver no se sabe si en público o de puertas para adentro. Si a ello se suma que muchas de las decisiones -aunque se tomen en Sevilla- van a estar condicionadas por lo diga y haga Vox, pues ya me dirán ustedes.

Presión porque ahora habrá que responde con hechos a lo que a lo largo de 36 años se ha exigido a otros desde la zona de confort de la oposición, demandas que no serán nada fáciles de resolver. Por poner sólo unos ejemplos, a ver cómo solventa ahora el Ejecutivo andaluz las grandes infraestructuras pendientes en Córdoba, como la Ronda Norte de la capital, el desdoble de A-431 (carretera de Palma del Río), la Autovía a Jaén a través de la A-306 o la Autovía del Olivar en el Sur cordobés, porque una cosa es pregonar y otra muy distinta dar trigo. Porque tantos años en la bancada frente al Gobierno desembocan en exigencias a veces irrealizables y en promesas que ahora hay que ejecutar. Y presión además a nivel personal en cada uno de los delegados para no decepcionar a quienes los han señalado con el dedo, aunque en unos casos más que en otros, ya que algunos de esos nombramientos han caído como un jarro de agro fría en el seno de ambos partidos (PP y Cs) y son realmente inexplicables para muchos.

Tiempo habrá de analizar si el sistema sanitario mejora como se viene reclamando desde hace décadas, si las condiciones del campo cordobés -sumido en una crisis permanente- varían de la mano de otra política, si en Educación se produce la revolución esperada -la primera con cambios importante en el corazón de una Delegación provincial de Córdoba con muchas carencias, desórdenes y acomodamientos- y se apuesta de verdad por otras fórmulas de gestión o si las políticas medioambientales mantienen su rumbo. Sumemos las infraestructuras, el empleo, las universidades, la innovación u otras tantas competencias que son responsabilidad directa de la Administración autonómica.

Por lo pronto, los nuevo delegados tienen como misión aterrizar en el cargo lo mejor que se pueda, porque la presión, en pocas semanas, se convertirá en el apremio de resultados.

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