Tinta y borrones

Preguntas

Me pregunto cuándo hemos perdido el rumbo y si todo esto tiene una solución; si es así, está en la educación

Dos mil personas se concentraron el domingo en los Llanos del Pretorio para defender la unidad de España. Decenas de cordobeses estuvieron un día antes frente a la Comandancia para apoyar a la Guardia Civil y ayer fueron otros tantos los que acudieron a la comisaría de Campo Madre de Dios para despedir al grupo de policías nacionales que van a prestar servicio en Cataluña ante el desafío del referéndum ilegal del próximo 1 de octubre. Que este es un problema que sobrepasa los límites catalanes es evidente, que España afronta uno de sus momentos con más incertidumbre social y política, también. Más allá de los testimonios de cordobeses que viven en Cataluña y viceversa, del puro sentimentalismo y sentimiento de unidad, esta escalada de concentraciones parece sólo el comienzo de lo que puede pasar. Ya se están enviando mensajes para otra gran manifestación el sábado en el Ayuntamiento; lo que pueda pasar a partir del domingo, quién sabe.

Estos días en los que varios expertos han debatido en Córdoba en un foro de la Cadena Ser sobre algunos de los retos que afronta esta sociedad -y entre los que no ha faltado el tema catalán- he escuchado con tranquilidad que hay quien no tiene respuesta para todo. Este es uno de estos casos en los que no tengo respuestas pero sí muchas preguntas. Realmente me pregunto cómo hemos podido llegar a este nivel de crispación sin que nadie dé un paso al frente y diga de una vez que esto no puede ser. Me gustaría que alguien explicara también cómo es posible aprobar una ley elaborada al gusto del consumidor, con las reglas de juego que yo me invento y sin tener en cuenta el marco legal y después dar la vuelta a la tortilla acusando al otro de no permitir la democracia. Yo, realmente, no tengo respuesta ni explicación para eso. Me pregunto igualmente cómo se puede reivindicar el derecho internacional tan a la ligera y sentirse amparados en una norma que está escrita para territorios que ven violados sistemáticamente sus derechos humanos. ¿Cómo es posible ponerse a ese nivel? Es una de mis preguntas.

Me pregunto igualmente cuándo hemos perdido el rumbo y si todo esto tiene alguna solución. Aunque en esto último creo que la respuesta está, como en todos los desafíos importantes de la vida, en la educación. Y hasta que no se ataje ese asunto ni podremos resolver problemas como el de Cataluña ni otros muchos que están y vendrán.

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