Cambio de sentido

Política espectáculo

Pura videopolítica: no puede decirse que todos los candidatos sean 'cuñaos', pero sí unos yernos perfectos

Avezada lectora, curioso lector: espero que a la llegada de la presente se encuentre bien, en compañía de algún libro de esos que pican y muerden. Hoy es San Libro, milagrosísimo, prolijo en advocaciones, patrón de las incrédulas, consuelo de quienes saben que lo que nos sirven a diario como realidad poco tiene de real, ni es todo lo que hay. Quizá haya visto el debate de anoche. Si se lo perdió no importa, hoy tiene reválida, probablemente más encarnizada y, además, las radios, las teles y yo misma en este instante le estaremos hablando de las corbatas, el gesto chulesco de uno, el gráfico del otro, del sonsonete rapeado de aqueste otro. Y menos mal que le dijeron a Sánchez que nanai a que estuviera el Abascal rampante; la ultraderecha ya lo está haciendo mejor que el mismísimo Goebbels como para que el PSOE encima le regale a este Ícaro unas alas ignífugas. Analizaremos los ataques, las fintas, los cronómetros. Pero no hay debate, no hay un diálogo entre personas que se escuchan, sopesan, destacan lo común y bueno, refutan con vehemencia pero sin falacias ni ataques personales, argumentan, piensan juntos. Lo llaman debate y no lo es. Puritica videopolítica.

La política espectáculo no es cosa nueva en nuestro país, por muy torpes -o bochornosos, como es el caso de Cayetana Álvarez de Toledo haciendo burla con su sí, sí, sí en un asunto tan grave- que nos parezcan los políticos en las lizas televisivas. Hemos aprendido rápido lo de la telegenia. Se están perdiendo -y es una pena- los líderes de mediana edad, o regordetes, o calvos. Ya en el año 2000, a Almunia le recortaron el cráneo en los carteles electorales. No podemos decir que todos los candidatos de ahora sean cuñaos, pero sí yernos perfectos. Se retratan corriendo de veras, no al trote cochinero, que es como solemos correr los españoles sinceros. No corta el mar sino vuela Albert Rivera vestido de motero; Abascal en su jaca torda, lucera y bravía; Sánchez sobre sus zapatillas aladas de Atenea. Hartita del sobreesfuerzo que ahora nos piden a las mujeres, ese de ser heroicas, no deja de afligirme que algunas políticas se tuneen de Khaleesi, primero Rodríguez y ahora Arrimadas. La infantilización de la política corre paralela a su espectacularización. Siendo Europa, España pronto aprendió de los gringos, de sus modos y modales videopolíticos. Contra el televisor y las redes vocingleras, hoy les recomiendo el mayor antiespectáculo del mundo: pasar con parsimonia las páginas de un libro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios