En estos días, de mucho hablar y poco pensar, he recuperado algunos escritos de Jane Jacobs, mi adorada activista del urbanismo de los barrios. En relación al "control informal en la prevención del delito", Jacobs hizo suyas algunas reflexiones de la Escuela de Chicago que señalan que este control informal depende de la permanencia de gente en los lugares a vigilar. Desde el punto de vista Jacobs, para "hacer" ciudades más seguras hay que diversificar los usos del espacio urbano, promoviendo mayor actividad en la calle, estimulando la creación de controles informales y creando mayores posibilidades de vigilancia de los espacios urbanos. Sugiere que los lugares sean transitados y usados, que no se alejen del bullicio callejero, de la posibilidad de que un observador "accidental" actúe frente al delito que se está cometiendo.

Jacobs no podía ni imaginar que precisamente un lugar concurrido, como las Ramblas, iba a ser el altar de la inseguridad, ni que el terror se iba a convertir en variable para diseñar el urbanismo de las ciudades modernas. Pese al terror, hoy más que nunca, tienen validez sus propuestas. La seguridad es un concepto poliédrico, combina la percepción de ausencia de riesgos y la efectiva ausencia de los mismos. No es sólo un valor jurídico, normativo o político, también lo es social, ya que se asienta en la base del bien común de las sociedades para el desarrollo justo y equitativo de todos sus integrantes

El miedo y la inseguridad no sólo alteran y condicionan los hábitos de las personas que viven en las ciudades, tanto de manera general, devaluando su libertad y su calidad de vida, inhibiendo sus hábitos sociales; como individualmente generando estrés, ansiedad, reducción de movilidad, rechazo de contactos sociales, etc.; sino que además contribuyen a la modificación de los lazos afectivos que establecemos con nuestro territorio.

"(…) Más que librar una guerra contra el Daesh en Siria y en Irak, las mayores armas que Occidente puede blandir contra el terrorismo deben ser el gasto social, la inclusión social, y la integración en nuestro territorio" nos dejó dicho Zygmunt Bauman.

Nuestro reto está en crear ciudades amables, abiertas, libres, alegres, accesibles y seguras. Algo parecido a la Ciudad de los Niños que nos regaló Francesco Tonucci. Las plantas siembre fueron bienvenidas en nuestra ciudad, las barreas arquitectónicas, no.

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