Pepe: descanse en paz

Él puso a Córdoba en lo más alto del podio de medio planeta. Y, por ello bien se merece un reconocimiento público

Desde el espacio que sostiene esta columna hemos tenido ocasión de meditar -en voz alta, públicamente y desde hace ya algunos años- sobre asuntos que, a nuestro juicio, pudieran resultar del interés de nuestros nunca bien ponderados lectores. Lo venimos haciendo así, mediante nuestras "opiniones" por considerar que quienes no somos… lumbreras de la cosa pública, tampoco somos unos… discapacitados intelectuales.

En esta loable -y inexcusable- labor informativa, el… escribidor de turno es pródigo en noticias susceptibles de tratamiento crítico. Por ello, puede emitir su "opinión" sobre informaciones de muy variada calidad: Buenas, regulares, malas, malísimas…

Obviamente, cuando el autor de una "opinión" ejerce su función crítica, a buen seguro que le resultaría más gratificante comentar las buenas noticias. Y puede hacerlo: Porque, como las meigas, haberlas haylas (aunque pocas).

Pero en esta ocasión, el autor de Las Tendillas carece de la posibilidad de elegir: Como todos sabemos, la semana que concluye registra un fatal acontecimiento. En Córdoba y, a buen seguro, más allá noticia de nuestras fronteras: Me refiero a la defunción de José García Marín: Pepe, el del Caballo Rojo, que se nos fue para siempre. Y, con él, se ha ido una parte muy importante de la historia de Córdoba, a la que no aludimos por resultar de dominio público.

Personalmente, he tenido la honrosa oportunidad de charlar con Pepe en algunas ocasiones. Enseguida pude comprobar que se trataba de una persona excepcional. De un trato exquisito, unas cualidades humanas y de un saber estar y un saber hacer fuera de lo corriente. Resultará difícil encontrar a alguien que, como él, "haya destacado de forma extraordinaria por sus cualidades o méritos personales o servicios prestados en beneficio y honor de la villa y hayan alcanzado consideración indiscutible en el ámbito de lo público". Él puso a Córdoba en lo más alto del podio de medio planeta. Y, por ello -y a nuestro juicio- bien se merece un reconocimiento público. Como el honor de ser distinguido con el título de "Hijo Predilecto", una calle con su nombre…

Al autor de Las Tendillas solo le resta testimoniar su más sentido pésame a la familia y desear a Pepe que descanse en paz.

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