Hay personas buenas. Y luego las hay como José Medina, a quien se le puede aplicar eso de que los mejores siempre se van jóvenes. Alguien en el Cielo -donde seguro que está- lo prefiere a su lado. A Pepe Cuevas, como se le conoce en Belalcázar, su pueblo, muchos son los que lo estiman y quieren, porque él siempre se ha dejado querer. Ha sido una persona abierta, cercana, totalmente extrovertida. Desde muy joven supo tener don de gentes, el mismo que le hacía que, por ejemplo, siempre recibiera a todo el mundo con palabras amables en la tienda que regentó varias décadas junto a su hermano Antonio, todo un establecimiento clásico, si no el que más, dentro del comercio local.

Siempre se preocupaba por cómo estabas. Recuerdo ahora, en mi caso, ese "¿cómo estás cordobés?", que me preguntaba siempre las últimas veces que nos hemos visto antes de que sufriera ese Calvario en forma de enfermedad por el que la vida le hizo pasar. Pero hoy quiero recordarlo con esa sonrisa eterna que nunca se le iba de la cara, con esa sonrisa permanente que tenía, la de quien desde muy joven estuvo muy involucrado en la vida social de su pueblo y que trabajó de esa forma por mejorarlo. De ese trabajo se puede destacar, entre otras cosas, que Pepe fue concejal en la primera corporación municipal belalcazareña por Unión de Centro Democrático, que fue presidente de la Unión Deportiva Belalcázar y, sobre todo, que fue mayordomo -o hermano mayor- de la Patrona de este municipio de Los Pedroches, de Nuestra Señora de Gracia de Alcantarilla, su Chiquinina. Durante su etapa al mando de la Hermandad de la Alcantarilla se mostró como el mayordomo de todos. La Casa de Hermandad siempre estaba abierta para todos en la romería, era la casa de todos.

Hoy, su Chiquinina lo tiene a su lado. Seguro que está contándole alguna historia de esas que él solía narrar en el comercio y que le estará hablando de su familia, a la que ha dejado vacía y que se siente orgullosa de él como marido y como padre. Y seguro que, sobre todo, le ha pedido a la Virgen que proteja a los suyos, Porque Pepe es así. Tras su partida, he leído en Facebook algún que otro comentario de que era una persona especial. Quien lo escribió, no se equivoca. Con Pepe se ha ido un trozo de la historia de Belalcázar, aunque en realidad no se va del todo, sino que se queda en el recuerdo y en los corazones de quienes lo trataron, mientras algo se muere en el alma. Porque como dice la canción, algo se muere en el alma cuando un amigo se va, un amigo que ha dejado una huella que no se puede borrar. Los que somos de otra generación vamos perdiendo referentes como Pepe, es ley de vida, y lo más doloroso es que, como se ha cumplido en él, vas viendo como los mejores se van jóvenes. Hasta siempre, amigo.

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