Pensar en Andalucía

Las universidades siguen encerradas en sus reinos de taifas, sólo se escribe y lee para el grupo de adeptos

En el reparto geográfico de géneros literarios, Andalucía ha tenido la suerte de ser favorecida, sobre todo, por la poesía. Durante siglos, un buen número de andaluces han proporcionado una amplia gama de obras líricas. Aunque hayan cambiado movimientos y épocas, siempre nombres del sur han figurado en el primer plano de las historias de la literatura. No es fácil explicar el porqué reina en estas tierras tal predisposición creadora. Quizás sea singularidad geográfica, hábitos culturales y formas de vida, pero, en efecto, la tradición ha fomentado una peculiar sensibilidad para escribir. Tantas obras publicadas muestran un claro gusto por la literatura. Por ello mismo, sorprende que este llamativo cultivo de la poesía, este talento para la lírica, no se haya aplicado y extendido también a los campos de la reflexión y del ensayo. Parece como si el buen uso de las letras, en Andalucía, se agotara en la lírica (y en géneros afines como la divagación, evocaciones y relatos costumbristas) y apenas quedara tiempo para pensar y discurrir sobre Andalucía. Aunque esta carencia, en el mundo del ensayo, no excluye la existencia de magníficos trabajos especializados en antropología, sociología, economía, historia y otras disciplinas afines en ciencias sociales. Circulan por esos terrenos valiosas labores e interpretaciones, pero rara vez abandonan los compartimentos estancos, académicos, en que se desenvuelven. El especialista se ha atrincherado en su despacho, sin apenas conectar y debatir con otros ámbitos. Las universidades andaluzas permanecen encerradas en sus reinos de taifas y, como consecuencia, solo se escribe y lee para el propio grupo de adeptos. Este material existente cumple muy bien una específica función previa. Pero se olvida que hay otro paso más, a continuación, que aguarda. Que debería servir de punto de partida, conjuntando los hilos sueltos, para articular propuestas, teorías e ideas que engloben, en un todo, los problemas candentes de Andalucía. En momentos difíciles, como los de hora, no se puede solventar lo que lleva siglos esperando, pero si es posible enfocar, programar, discutir. Registrar por escrito las cuestiones acuciantes y lanzarlas, en libros y artículos, a un debate público. Para ello, en días como éstos, bastaría con estimular un fenómeno poco frecuentado: pensar en Andalucía. Incluso, puede que esa brillante energía creadora que se ha destinado siempre a escribir poesía, ahora, durante un cierto tiempo, sería válido canalizarla a discurrir y reflexionar. Tal vez, poesía y pensamiento, no sean tareas incompatibles, a lo mejor se complementan.

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