Este Gobierno sólo acierta cuando rectifica". La acusación no es de Pablo Casado ni de Albert Rivera, sino de Manuel Fraga contra Felipe González en el primer Debate del estado de la Nación que se convocó después de la victoria socialista de 1982. Felipe venía advertido, Mitterrand había cometido varias equivocaciones en política económica meses antes del bautismo de poder del PSOE. El Gobierno de Pedro Sánchez también rectifica, y para bien, don Manuel; el presidente se ha puesto el traje de hombre de Estado, a petición y llamada personal de José Borrell, y se ha colocado al frente de la defensa del juez Llarena. La tesis de que la demanda de Puigdemont era un asunto personal del juez del Supremo con el ex president, defendido por la ministra de Justicia, sólo se entiende por una conjunción de tecnicismo y ausencia de política. Política también es plantarse ante los independentistas y darles una ducha fría de Estado a ver si se les pasa la hiperventilación. Política también es que la Fiscalía mande a investigar a los Mossos. Ni a Casado ni a Rivera corresponden el liderazgo de una aplicación del 155, es al Gobierno, y ambos deberían fijarse en lo que hizo Pedro Sánchez en aquellos meses previos a finales de octubre. El socialista se puso a disposición de Rajoy, fue leal, porque comprendió que era el gran asunto de Estado.

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