La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pedro no podría aunque quisiera

Sánchez y Torra se equivocan: ninguno convencerá al otro para acabar con la secesión o acabar con la Constitución

Tiendo, en general, al escepticismo en materia política. Ya se habrán dado cuenta, a poco que sigan estas esquinas. Mucho más si, en particular, la materia versa sobre las estrategias de apaciguamiento de los demócratas hacia los totalitarios irracionales (xenófobo, racista, Le Pen español... lo que llamó Pedro Sánchez a Quim Torra en cuanto supo de él). Y muchísimo más si las discrepancias entre los contendientes a pacificar son fundamentales, de fondo, imposibles de eliminar ni siquiera con carretadas de voluntarismo y generosidad.

Por eso desconfío de los resultados de la política de distensión, desinflamación o como quieran llamarla, puesta en marcha por el Gobierno sobre el conflicto catalán. Hombre, siempre es mejor hablar que insultarse, negociar que enrocarse y hacerse concesiones que ir a los tribunales. Pero el encuentro Sánchez-Torra, y todos los que le sigan, no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar el acuerdo que desactive el problema político que lo ha generado. No se trata de dialogar por dialogar.

La búsqueda de dicho acuerdo presenta una tara de nacimiento: lo que persiguen unos y otros es radicalmente distinto. Más aún, es opuesto. Torra quiere culminar el proceso hacia una Cataluña independizada de España y que Sánchez pacte con él una fórmula para llegar a esa meta mediante un referéndum acordado; Sánchez pretende devolver Cataluña al autonomismo y encontrar un nuevo encaje de Cataluña en una Constitución más flexible y abierta.

Ambos se creen capaces de convencer al de enfrente, y ambos se equivocan. Tomemos el caso de Sánchez: piensa que ofreciendo a la Generalitat más inversiones, más competencias, retirada de recursos ante el TC o una financiación negociada bilateralmente -algo muy peligroso- va a conseguir que el separatismo renuncie a su objetivo. Poco conoce a los independentistas. Torra, por su parte, ha vendido a los suyos la idea de que va a convencer al Gobierno de España de que acepte la autodeterminación de una parte de España.

Poniéndonos en la peor, en que Pedro llegue a arrodillarse del todo ante Quim Torra y se comprometa incluso a cambiar la Constitución y permitir que los catalanes decidan su futuro ellos solos, tampoco sería posible: sin el apoyo de PP y Ciudadanos no se cambiará la Constitución. Aunque quisiera, Pedro Sánchez no puede darle a Quim Torra lo único que le haría abandonar la barricada. Así de fácil.

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