Payasada diaria

Neymar hizo el payaso en el Mundial, pero tenemos otros bufones de guardia: Trump, Johnson o Puigdemont

Osorio, el entrenador de México, le mandó un recado a Neymar tras el partido en el que Brasil eliminó a su selección del Mundial: el fútbol es un juego de hombres, no con tanta payasada. Varios anónimos mejoraron en Twitter la censura a la estrella del PSG, con el vídeo de un partido femenino: una futbolista regatea a varias contrarias que le entran en falta, la agarran de la camiseta, la derriban al suelo, pero ella se zafa de una, de otra y hasta se levanta cuando se cae, para acabar marcando un golazo. El texto dice, juega como una mujer, no como Neymar. La crítica al brasileño nos recuerda a otros payasos que soportamos a diario.

Por ejemplo, los dimisionarios ministros euroescépticos de Theresa May. Uno se llama David Davis, encargado del Brexit, cuyo nombre evoca por su parecido a Dave Davies, de The Kinks, grupo británico de la época de Beatles y Rolling. Dave Davies tuvo éxito en los 60 con La muerte de un payaso, canción sobre un payaso triste que ahogaba sus penas en whisky y ginebra. Otro cómico deprimido, el de Heinrich Böll, le daba al coñac y al aguardiente de trigo; ese que decía soy un payaso, colecciono momentos. Nuestros payasos domésticos no son melancólicos, pero deprimen. Mi colega Boris Johnson, aristócrata culto y gamberro se ha despedido del Gobierno británico criticando el Brexit blando, pero no ha conseguido su momento de gloria: sólo hubo media entrada en Los Comunes para oír el adiós del bufón en un discurso leído sin gracia.

Otro de nuestros payasos cotidianos, Donald Trump ha hecho el ridículo en Helsinki al dar más credibilidad a Putin que a los servicios de inteligencia americanos, sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016. En USA lo consideran un traidor. Fan de Putin, y enemigo de la UE: la amenaza tras la multa a Google. Schwarzenegger le llama fideo mojado. El último saltimbanqui de esta colección, Puigdemont, ha anunciado su séptima marca política desde 2015, una por semestre. Desde la ruptura de CiU, el partido de Pujol ha utilizado la tradicional de CDC, la coalición Democracia y Libertad, las nuevas siglas de PDCat, las alianzas Junts pel Sí y Junts per Catalunya y ahora Crida Nacional. Lo que Enric Juliana llama mutación del gen convergente para mantener el control del tablero político.

El monstruo de Stephen King en It, que se alimenta del miedo que genera, tiene más mutaciones, pero su disfraz favorito es el de payaso bailarín. Y repite, como un mantra, los globos flotan y cuando vengáis conmigo también flotaréis… Fantasías populistas. Payasadas. Pero hay quien se las cree.

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