La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Paso corto y vista larga

Aplíquese a la pandemia el antiguo lema: paso corto y vista larga. La mala leche se la dejamos al virus

Si la OMS advierte del alto riesgo de una nueva ola de Covid-19 en Europa. Si Italia, a la que debimos mirar cuando allí hacía estragos y aquí no se tomaban las medidas necesarias hasta que fue demasiado tarde, sufre una nueva ola con 846 fallecimientos en un día, doblando la cifra de muertes en 24 horas. Si Alemania, que hizo las cosas bien y logró controlar la pandemia, está sufriendo ahora una brutal embestida con casi mil muertos en un día, triplicando en menos de una semana el número de fallecidos y alcanzando las cifras más altas de defunciones desde que empezó la pandemia. Si los españoles lideramos durante muchas semanas los peores datos de Europa en infectados y fallecidos, y en estos últimos días hemos vuelto a rozar los 400 fallecimientos y superar los 5.000 contagios en un día. Si Andalucía, en una situación de relativa mejoría, ha sumado este miércoles 1.036 casos en 24 horas… Si todo esto es cierto, ¿a qué andarse con reuniones familiares que no respeten los límites establecidos, festolines, cotillones, comilonas y demás alegrías navideñas que este año serían gravemente contraproducentes y nos conducirían a un enero trágico que Italia y Alemania están ya viviendo en diciembre? ¿A qué andarse con tantas preocupaciones y disquisiciones sobre procesiones, ferias y romerías?

Por lo visto no bastan las noticias y las advertencias. Por lo visto tampoco bastan los más de 70.000 muertos para atenuar un poco esta pasión festiva e imponer algo de severidad -eso que se llama duelo- en las celebraciones. No se trata de guardar un luto a la antigua, pero sí de actuar con una cierta contención, algo de respeto y un poco de seriedad. Eso que antes se conocía como decoro. Y, por qué no, también con dolor. Son muchos muertos. Es mucho sufrimiento.

Mantener la esperanza y el buen humor en medio de una catástrofe es meritorio, incluso heroico en ocasiones. Pero no al precio del olvido de los muertos y del sufrimiento de tantos. A lo que hay que añadir, en este caso, la probabilidad de causar nuevas víctimas como resultado de imprudentes alegrías. El miedo tiene aspectos negativos y paralizantes. Los expertos más serios avisan de que, en el mejor escenario, los efectos de la vacuna no nos devolverán a una relativa normalidad hasta un periodo comprendido entre el verano y el otoño. Paso corto y vista larga, que decían los guardias civiles. La mala leche se la dejamos al virus.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios