He pedido al resto de colegas unidad, que no se dejen llevar por pasiones ideológicas". La frase es del presidente de la Junta de Andalucía, tras la reunión telemática con el resto de dirigentes de las comunidades autónomas del pasado viernes. Así, de entrada, bienvenido sea el mensaje, pero eso sí, a buenas horas. Cierto es que estas palabras hay que contextualizarlas en el discurso de Juanma Moreno sobre el inicio del curso escolar, que ha reconocido que será el "más complicado al que se enfrenta España y toda Europa".

Más allá de que, como digo, la llamada de Moreno llega tarde, el presidente andaluz bien se la podría haber aplicado a sí mismo hace meses y, de paso, pedirle a sus compañeros de partido (el PP) que hubieran hecho lo mismo. Y ese mensaje es válido no solo para los populares, sino para el PSOE, Ciudadanos, Podemos, IU y el resto de fuerzas parlamentarias. Porque es difícil evitar la tentación de tratar de sacar rédito electoral de cualquier asunto, con pandemia o sin ella, sobre todo si se trata de cuestiones que tocan la sensibilidad ciudadana, como es el caso de la educación o de la sanidad.

La pena es que el curso escolar ya ha comenzado en algunas etapas y está al llegar en otras, por lo que el objetivo de todo gobernante no es solo que arranque de la mejor manera posible, sino que lo haga de manera que pueda guardarse las espaldas y evitar el desgaste. Y eso, por mucho que digan, ha sido así siempre en Andalucía, más allá de la excepcionalidad del covid-19. La incertidumbre que ahora estamos viviendo es fruto de la pandemia, cierto, pero también de una forma de gestionar la educación que no ha sido -ni es- precisamente ejemplar. Ahora estamos pagando la dejadez de años y la escasa relevancia que se ha dado históricamente a la formación de nuestros jóvenes y niños por parte de la Junta.

Algunas familias que forman parte de consejos escolares y otros entes -las que todavía quedan por mucho que las quieran echar de los órganos de participación existentes-, ya advirtieron en junio de que cada centro tendría que buscar la mejor manera de organizar la actividad lectiva, porque nada se podía esperar de una consejería -la de Educación- que ni ahora ni antes se complicar la vida en exceso y que suele salir del paso de los problemas con el menor compromiso posible. Eso ha ocurrido en los últimos años con los gobiernos de Susana Díaz (PSOE), indolente y pasiva ante la enseñanza, y se ha mantenido con PP y Cs, que han optado por asimilar todos los vicios de los que ya adolecía el sistema educativo, reparto de cargos a amiguetes incluidos, al más puro estilo de los que estaban antes.

Así las cosas, habría que matizarle al presidente Moreno que la educación sí necesita de algo más de pasión, pero de menos ideología. Y si ya de paso le añadimos un poco de diligencia y trabajo, pues mejor.