Era evidente que por ese camino, no se podía seguir. El lunes pasado, el PSOE con la ayuda inestimable de Podemos y Más Madrid, declaró la guerra a la Comunidad de Madrid, que gobierna el PP en coalición con Cs, con el pretexto su pésima gestión en la crisis sanitaria. La vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra, llamó a la señora Díaz Ayuso, presidente de la Comunidad, "incompetente y falta de coherencia, claridad y seriedad" y que si lo hace tan mal, es para destrozar la sanidad pública y que los ciudadanos tengan que derivarse a la privada. El otro vicesecretario del partido y ministro Ábalos dijo que la presidenta de Madrid "imita a Trump". Lo que sería un elogio que te comparen con el presidente la nación más poderosa del mundo, pero que en este caso, es obvio, no se dice como admiración. La declaración de guerra de la que venimos hablando se concreta en una manifestación, convocada para el próximo domingo y cuya convocatoria se mantiene, salvo con la anunciada ausencia del PSOE, después de convocarla, aunque fue el delegado del Gobierno en Madrid quien la gestionó y que cuenta con la participación de CCOO, Más Madrid, Podemos, UGT y la Asociación para la Defensa de la Salud Pública. La declaración de guerra se ha cambiado para limitarse a presionar a la presidenta de Madrid para que endurezca las medidas a adoptar, en lugar de confinar a los que habitan en Madrid. Que España sea el mayor de los fracasos en la gestión de la pandemia es evidente. La culpa que pudiera tener la presidenta de Madrid es muy inferior a la de quien la gestionó desde su inicio.

El ministro de Justicia ha anunciado en el Congreso, al ser interpelado por los independentistas catalanes, que en las próximas semanas se iniciará la tramitación de los indultos solicitados por los presos que fueron juzgados y sentenciados. Luego vendrá la reforma prometida en cuanto al delito de sedición, pero no adelantemos acontecimientos. No hace un año, porque lo declaró el 14 de octubre de 2019, el presidente Sánchez garantizó que los presos cumplirían íntegramente su condena ya que se había "atropellado y quebrantado unilateralmente, por el independentismo catalán… la integridad territorial y el principio de soberanía nacional". El ministro que esperaba el agradecimiento por una "buena noticia" tuvo que soportar el "chorreo" que recibió del independentismo por el estado de la Justicia española, que él se ocupa de regentar.